Nuestras entrevistas

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Title
Nuestras entrevistas
Language
Spanish
Year
1929
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
'Don <r;EODORO ~. KALA W -·-·-·-·+·-·-·-··· "¿Qué amor no ha vuelto?", nos pregunta el enorme poeta Bernabé. Y Kalaw le ·contesta volviendo a su amor, eon el que riñera un día, abandonándolo, por Doña Política; este amor puro y divino del libro; este rincon quieto Y apacible de las letras; este remanso ideal de la Biblio~eCa. Teodro M. Kalaw, además de abogado, periodista, político y académico. es indiscutiblemente la primera figura lite1·aria de Filipina~. Y es de los poCos filipinos que desintere:-;ada y humildemente han trabajado más por el país. Entró por primPl'a vez en el servicio del Gobierno el año 1910, en que le eligieron por unanimidad de votos representante por su provincia. Batanyas Entonces Kalaw era un chiquilJo que acababa de nwdirse f!n un tremendo desafío como Director de "El Renacimiento" cOnt1·a el comisionado \:Vorcester, y a esto y a sus demás brillantes campañas en favor del pueblo se debió su rui<loso triunfo sin precedentes en la historia política de la provincia. Además de representante, Kalaw ha sido Secretario de la Asamblea Filipina; el primer Director, desde la Ley de la Reorganización, de la Biblioteca y Museo de Filipinas; Subsecretario del Interior en el primer Gabinete filipino bajo la Ley J ones; Secretario del Interior más tarde; Secretario Ejecutivo, y Jefe Consejero de la Comisión de Independencia -i.Cuales fueron tus actividades en la Comisión de Independencia? --Tenía preparados mis planes de campaña educacional por Ja libertad del pais v hasta ahora conseno un mapa gráfico el" un provecto de. actividad('s que estábamos pen:::;ando desarrollar no solnmentc en Estados. Unidos sino también en Euro¡rn y en el Extremo Oriente. -¿Y que fué de ello? -¡Pues mi gozo en un pozo! El Auditor Insular suspendió los gastos de la Comisión por razones de anticonstitucionalidad, y mis planes fracasaron. -¿Pero entonces no acudisteis al pueblo y el pueblo acudió a vuetra llamada? -Es verdad que el pueblo acudió iqmediatamente al llamamiento de una suscripción popular, pero entonces recibimos instrucciones de gastar en nuestras oficinas lo menos posible, y tuvimos que limitarnos a una campaña de defensa. -¿Que hay de tus proyectos sobre la edición de tus obras? -Solamente he podido realizarla en parte. Cuando se cerraron las oficinas de la Comisión de Independencia y me vi precisado a volver a casa, continué con mi idea de escribir una serie de libros. Por ejemplo, una biografía de Mabini y una compilación completa de sus obras, obra terminada hace dos años y que ahora está en manos de mis editores. Mi otro proyecto era un libro sobre el origen y los fundamentos del nacionalismo filipino que pensaba publicar en inglés. \Jon este plan en la cabeza empecé a poner en· orden mi biblioteca y mis manuscritos y ya estaba empe~ zando a revisar mis papeletas cuando me llamaron otra vez para servir al Gobierno. --¿Cómo es que has aceptado el puesto de Director de la Biblioteca, cuando me consta que se te han ofrecido puestos de muchísima más importancia y los has rehusado? -Se me mencionaron varios puestos de responsabilidad. Yo dije que solo podría aceptar un cargo que esté lo más alejado posible de la politica, pues mi ambición es ser un escritor independiente y el que esté metido en política no puede · serlo nunca. -¿Qué puesto, de entre todos los que has ocupado, ha sido el de tu mayor satisfacción? -Fueran públicos o privados. nada me encantó tanto como mi humilde puesto de periodista cuando juntos trabajábamos en "El Renacimiento", con aquellos sueldos-¿te acuerdas?-tan módicos que apenas nos daban de comer. Pero no pensábamos entonces ni en el hambre ni en la miseria. No teníamos familia. Soñábamos en la inmortalid!td, con una sinceridad tal que ahora nos hace sonreir ... Y en efecto, sonríe con su eterna sonrisa de muchacho bueno, sano, jovial y mientras yo me digo que no hay de que sonreirse, ya que aquel sueño de inmortalidad ha dejado de ser sueño, desde el momento en que entre los filipinos del presente nadie tan llamado a la inmortalidad como Teodoro Kalaw. Pero le dejo hablar, mejor dicho, Suspirar, ante el recuerdo de los pasados días. -La profesión periodística entonces daba motivos para muchas quijoterías, pues escribíamos casi siempre con un pié en la carcel, pero escribíaJ:Jlos con valor, casi con temeridad. Me acuerdo, entre otros, del día en que viajando de incógnito en una provincia -:ercana en donde estaban suspendidas las garantías constitucionales, para conferenciar sec1·etamente con las víctimas de los abusos de la Constabularia y del Gobierno, me avisaron una noche muy sigilosamente que la Constabularia de la localidad había recibido órdenes de arrestarme. Querían impedir la publicación de mis notas. Esta fué la segunda vez que me lo .hacía, pero la primera vez la orden de secuestrar mis datos no estaba acompañada del arresto de su aut01·. Esta vez si. A la mañana siguiente, muy temprano, me escapé para Manila y mis notas se publicaron completas en mi perió<lico. -¿Qué pien:ólas hacer ahora? -Ayudar a la juventud en la obra de orientación intelectual; facilitarle los medios de ampliar sus conocimientos; contribuir a la formación de su alma y de su inteligencia, poniendo libros buenos, no los dañinos, al alca~ce de su mano. Parece una labor fácil pero no lo es: es en extremo delicada. Por ejemplo, hay ahora en nuestra juventud de ambos sexos mucha afición a las novelas malas, tendenciosas. novelas de amor y pasión libres. Iremos suprimiendo de las bibliotecas del Gobierno esas lecturas cambiándolas con otras sanas e instructivas. Si nuestros niños y niñas quieren leer novelas de amor libre, pueden hacerlo, -¿cómo no?-pttro nunca en el Gobierno Y con los fondos del Gobierno. El Gobierno no tiene el derecho ni menos el deber de pervertir los tiernos corazones de los filipinos con lecturas de ese género. Hay libertad para el bien-decía Mabini-no la hay para el mal.