Un cronista culto

Media

Part of Excelsior

Title
Un cronista culto
Language
Spanish
Year
1929
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
Por RENÁN DE ZoJES Jll ENIA que morir. clamorosamente. ¡Estai}jJ.1J ba escrito! Su vida literaria, exquisita y .. ~- dulce, había hecho de él, un cronista culto y sentimental. _Para las roµiánticas dalagas de ojos morenos, era algo así como un Brujo. Y o- ignoro el por qué ciertos ojos soñadores e inquietadores nos toman siempre a los Poetas como unos pobres diablos. ¡Nada hay tan pueril como las diabJuras ~e Lucifer! 1 -¡Que viene el Brujo !-decían las mamás a sus hijas, trás las discretas celosías, cuando veían pasar al Poeta en su paso triunfal por la Vida. Y el Poeta pasaba despreocupado. viviendo su vida, atormentada como la nuestra, de tanto sentir y de tanto soñar. Y o le ccnoci hace años en Baco1od Ne gros Occidental, llevado del placer de mi vida andariega, del placer de viajar. Y en cierta casa de un representante de máquinas Singer, un caballero yanqui, cuyo nombre ya no recordamos, nos hizo disfrutar con su charla amena y culta, una noche inolvidable. Teniendo siempre rasgos de buen humor, como todo hombre genial le. había dicho al representante de la c2sa Singer, que se le hacía cuesta arriba creer que se vendían sus aparatos en Tibet, conforme los anuncios publicados, puesto que los tibetanos, usan ropas inconsútiles. A lo que el ca. ballero yanqui, como buen yanqui, respondió: -Pues créeme, mi querido amigo, que se venden allí, puesto que los tibetanos las usan para tejer sus capas. ----:-i Para tejer! ¡Qué me dice V d. mi caro amigo!,-respondió Joffar. -Ya las tenemos para el tejido, señor Joffar, -1·eplicó impertérrito el yanqui. Solamente que esas máquinas llegan. allá mucho antes que a Filipinas. Pero, la carcajada que Joffar echó aquella noche inovict~b:e, aun resuena en mÍs oídos. dcspué~ de cerca de cuatro años: -Vosotros los yanquis,-dijo Joffar-sois capaces de resucitar a un muerto con vuesÍras invectivas. Y U.si transcurrió la velada inolvidable. entre sorbos y sorbos de Casalla. Éntonces Joffar tenía la chifladura, por el Casalla. Ignoro que habrá estado bebiendo en ~stos últimos años. No le he vuelto a ver desde entonces. Pero aquella velada, amena y culta porque se habló hasta de sus músicos y poetas favoritos, bastó para delinear con líneas firmes su perfil de artista y de ami~o en mi libro de recuerdos. Aquella noche dormimos en su casa, siempre bebiendo Casalla. Después continué leyendo sus crónicas y sus poesías publicadas en la prensa, todo miel. Yo le admiraba más por eso, porque para nadie sen tia rencor ni resentimiento. ¡Todo era amor! Si cabe hacer comparaciones en nuestras vidas literarias, diría que era un Verlain:e, el Verlaine de la época pagana. Sus crónicas siempre estaban rebosantes de amor a la mujer o de amor a los niños; eran mas bien infantiles y casi siempre panegíricas. La sátira y la crítica, no hallaron albe;gue en su alma de artista, anecdótico y sentimental. i Hoy descansa en la tierra común, en donde todos hemos de dormir el sueño ininterrumpido de los siglos! Unas manos criminales arrancaron aquella vida de amor al Arte y la Belleza. Quizá merezca, en mi opinión, una glorificación el asesino, po1·que Joffar tenía que morir así, debía acabar su vida, clamorosamente, para ::iu eterna recordación. Debía de ~cabar su vida de Amor a la Vida de esa suerte, porque la Vida, la mala hembra, siemp1·e nos paga con una traición en alguna enc1·ucijada, porque al morir trtigicamente, ~le conocieron en la hora escarlata de· su vida, los que no le conocieron en la vidi.. ¡Descubrámonos ante un hombre genial! .Mani1a Febrero de 1929.