El Maletin de honor

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Title
El Maletin de honor
Language
Spanish
Year
1929
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
CRONICA DE PARTIDA EL Jl~ALE'l\!~! De HOMOF( ( E :l'c/11.<:h .. ·o para Excelsfor) Enterndos de que me proponía emprender un nuevo viaje, buenos amigos-entre lots que figuran los claros nombres de Hernández Catá, Jimene~ de Asúa, Manuel Fontdevila, Juan Cristohal, .Joaquín Ard'erius y Rome1·0 de Torrcsquisieron tributarme un homenaje de afecto y consideración. ¿El consabido banquete .. ? ¡Oh, no! El selecto literato, el periodista insigne, el tres o a las plumas de honor que se confienn a los cinceladores del estilo. Un hon1·oso presente adecuad·o a mi epecialidad. V entonces. . . Pero les dejo a los obsequiantes la palabra, copiando de la convocatoria que hicieron pública: " Entre nosotros ha surgido la idea de regalar a quien tanto viaja Jo que ptlra todo viajero e~ articulo de primera necesidad : El ilustre escrit01· don Lm's de Oteyza, al pm·tiir en la Estación de Atocha, de Maddd, 1·ecibiendo el 11wletfo de honoo· del que le hace enfrega en nombre de lo!( donadorcis, el ilustre h'terato po1·ti1gdés No1.'ftes Tcixeira, Fnlo-Alonon 1Ma1lridl di rector de "Heraldo de Madrid", el gran ese:ulto1·, el novelista de vanguardia y el mago de la paleta y los pinceles están muy por sobre de tan plebeyo agasajo, y considerándome a mí --eon ben volencia generosa-digno compañero rle ellos en aristocracia espiritual, renunciaron a honrarme como a cualquier nuevo rico de la fama, En el consabido banquete no había ni que pensar siquiera. Pero entonces había que pensar en otra cosa. Y en otra cosa pensaron, resultando--¿cómo no, dada la categoría intelectual ·de los que pensaban?-algo extl'aordinario. Decidieron ha· cerrne un presente análogo a las espadas de honor que se otorgan a los guerr~ros i1usun maletin. ¡Un maleUn que en este caso será de honor!" La idea tuvo un éxito grande . En ~as librerías de Fe, Pueyo y Parn'aso, en la se::.-retarta <lel Círculo c!·e Bellas Artes y en las redacciones del "Heraldo" y de "La Libertad", acudieron a dejar su_s cuotas para la compra del maletín y su:-; firmas para estamparlas en la plancha <le plata de este muchos escritores, at·tistas y politicos. ¡Hasta politicos L que, por lo extraDo del caso sin duda, ~alieron para eso del ostracismo en que gimen! Ese Madrid tan novelesco, aco~ gió complacid"ísimo la no,·elería, Y yo también , Lo confieso paladinamente. Me complació el agasajo en extremo, Seg~i ínen "Tea Party" el "CosClub" mos o f 1·ccido por el Co11sul Ge')ICl"al Chino, Mr. l(wong y Sra., en honoi· " la notable 01·ti.<::t·n y eserifM'n china, Srn. de Liao Cl11111g J(ai: En la. fotoCámaras, o.rn1eñu y 1·edes, saludando al Consul de la Revública Chinu en Man4la, Sr. Kwong. Abajo de izquierda a del'echa: F:l Alcíllde S1·. Earn~ .o;how, Senado1· 0Hme1i<1, Ahm·rrrnte McD011gal, Comml Kwong, Gnienil Malone y ~1 "Sveakcr" Pm·ede.o; que oc11pa 1'QU fo, mesa vrrsfrlencfol en el bonquetc. gra/fo íl7uo·ecen enfre ofrQ-.<::: Si·. C. Pullrncft, Sr(f. d <J Chu, Sra. de Liao Clumg Kai, el Cons11l, Sr. K11 ong y St·a., Stnador Osmeliu y Sra .• /o>: Se<:r~ tarios, Sn!s. A . Santos. Va.rgas, y Ventura; el Consul Suizo, Sra. ele Y. T. Oei, Srtas. Pi Wn l¿ai, Poi Lcmg Whony, Lc..11 /(in Yung ·y Chcrn Hcrng Yung ; el Cons1,l de Espatw., Sr. Calderon; Sr. R. Fenumdez y el Sr. W. Trini<iad. Foto izquierda: /¿c1 Sra. del Mini.<::f1·o riel Exte1'0ir del gobierno nnciorwlistu rhino; Sra. de Litio Chwng Kai y el Cons11l /lfr. Kwong. Rf~ce]ldón en el "01'iental C/11/J" 1J01' el 18.o anivenwrio de la vedriu Re1níbl-icu China. En el üu~erto; lo~ l'i·rsicltmteR interinos de awha.'l teresado las listas de adhesión, que crecían y se elevaban--¡ tantos inscritos y algunos tan ilustres!-; me asombró la suma a que montataba la suscripción--en vez de un maletín iba a ser un baúl lo que me comprasen-, y finalmente, cuando- en la Estación de Atocha, Novaes 'rexeira-se designó a este eximio lusitano, para dar caracter internacional al homenaje-me hizo entrega del obsequio, ante los fogonazos de magnesio de los reporteros fotógrafos, me- estremecí de oTgullo. Más ahí terminó mi goce, empezando mi'S quebrantos. Arrancó el tren, y yo, con el maletín en la mano, entré en mi departamento. Entonces-antes lo habían estado haciendo cuantos acudieron a despedirme-pude examinar el magnífico regalo. Y me quedé frio, yerto. Defraudado no, ¿eh? Ya califiqué al regalo de mágnifico. Pero por esa misma magnificencia ... Es el maletín de finísima piel con broches 4e plata, y en su tapa lleva una plancha de metal repµjado, donde, además de honrosa dedicatoria-u Al literato inquieto y andariego Luis de Oteyza sus amigos y admiradores"·-, van grabada;s las firmas de todos los que han contribuido a regalarmelo. Y por dentro, sobre guatado d'e raso azul, profusión de objetos de tocador, más que suficientes para aumentar la belleza de una profesional de los encantos físicos, de cristal tallado los frascos, de plata labrada las cájas y polveras y de rubia concha los peines y demAs pulidores. ¿Qué hago yo con esto?, ha sido la pregunta sin respuesta que me formulé. Marchar por el ancho mundo, saltando de un tren a un auto y de un navío a un avión, con semejate impedimenta es imposible. Ya no podría hacer nada _ en mis viajes sino cuidar del maletín. Y todavía habría de serme dificilísimo cuidarle, pue.s no existirá un ladrón que al verlo no se sienta tentado por él, sin contar con que el menor roce puede mancharlo y romperlo el ~lpe más leve. . . Mi vida una vida d·e vigilancia y de esmero, iba a ser precisa para Ja custodia y el mimo del maletín dichoso. ·Ni a dejarlo en la red del vagón me atreví. ¿Si una sacudida del tren lo hiciera caer? . . . ¿Si otro viajero le pusiera encima un bagaje dE" verdad'?. . . Lo envolví en mi manta, como a una criatura enferma, y compartí con él la estrecha litera del coche-cama, cosa que ni con una mujer amada he hecho nunca. Y luego, al pasar al coche-comed·or lo he llevado conmig-o, no decidiéndome a dejarlo solo. Y después, he cargado con él en la Estación, pues no era prudente confiarselo a un mozo. Y oor fin llegado al Hotel, lo he depositado en la caja de caudales. He meditado mucho respecto a lÓ que debier11 hacer con el maletín d-e honor, decidiendo, ·al cabo, que llevarlo a América no cabía dentro de mis posibilidades. En los Estados Unidos tendría que pagar detectives para su guarda v en México que alzar un cuerpo de ejército para su escolta. Y, sobre todo, con ese maletín al que atender y def~nder, ¡resultaría que viajaba sin maletín! Sin un maletín donde meter ropa suc;a o restos d-e comida; sin un maletín que me sirviera de almohada¡ \sin un maletín que tirar a la cabeza de un impertinente. . . Sin el maletín que, como han dicho muy bien los que solo se equivocaron al regalarmelo de honor, "es artículo de primera necesidad para todo viajero". Ue mis meditaciones saqué por consecuencia que con este maletín de honor había de ocurrime lo que con las espadas de honor a los caudillos y con las plumas de honor a los estilista's: ni los unos se baten más, ni los otros vuelven a escribir desde que esas preseas logran. Y se comprende, pues no 1sirven para los respectivos casos. ¡Igual que para el caso que a mt · rt!specta no sirve el maletín valioso y· fragiliSino ! Pero yo no puedo dormirme . sobre Jos laureles de la escala cerrada o sobre el sillón de los académicos. Yo tengo que seguir mis viajes impresionistas. Para ello lo que he hecho ha sido -Embalar cuidadosamente el maletín de honor y enviarlo a mi casa con encargo de que lo pongan decorando el salón . Y he telegraf' ado pidiendo que me envien urgen•.emente mi viejo maletín de cuero basto curtido por las lluvias de los trópicos y los soles ecuatoriales, que ha resistido la nieve en los ventisqueros suecos y la arena del desierto africano. El bravo maletín cuya piel agujereó una bala disparada por aquel riffeño que qu'"ría agujerear mi piel... ¿N.o es este el verd'adero maletín de honor? Hasta herido de guerra, digno de la cruz con distintivo rojo, result.a. Merece incluso los honores militares. Más aun contando solo---como yo siempre hice, hago y haré-los honores civiles, mi viejo maletín los tiene grandes de fatiga y de riesgo. Con él embarqué una vez más, para que junto a las etiquetas que lo decoran-¡ que lo condecoran !--de papeles polícromos que dicen "Pa~ ris", "Berlín", uoslo", "Napoles", "Argel", "Casablanca", "Dakar", "Manila", uHongkong", ''Shanghai" y "Tokio", vengan otros a añadir "Habana", "Veracruz", "Nueva York", "Montrea1". Este quiero que sea mi auténtico maletín de honor. Sin dejar d·e agradecer, ¡claro!, que se me haya regalado el otro. Ese otro maletín, que no puedo ni quiero, ni acaso debo usar. LUIS DE ÜTEYZA Cádiz, 4 de septiembre .del 29.