La enfermera

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Title
La enfermera
Language
Spanish
Year
1929
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
Por FIDEL ROJO I ~ ·¡;¡;. E vivido doce días en un hospital. Y digo {!- .~ "he vivid~" porque muchos van al hospital ,g¿ para mor:1r, otros para volvei,: a nacer ... Y ni me he muerto, ni he vuelto a nacer, por la sencilla razón de que no habiéndome recluido en calidad de enfermo, sino por circunstancias de familia, no he dejado de sentir u~ f!Olo · in~tante la voluptuosidad· de vivir ... No nos damos cuenta exacta de la alegría de la vida, y de todo cuanto encierra para nosotros, sino estando en inminente peligro de perderla, o bien, inmediatamente después de pasada . la crisis y de arrebatar a la muerte, palmo a palmo, suspiro tras suspiro, la vitalidad· que instantes o días antes se nos escapaba a chorros. Vivir, sí, vivir plenamente, tras de morir viviendo-mil veces más temible que la misma muer~on el temor constante de la muerte clavado en la imaginación hipertrofiada por la fiebre, es conocer el valor integral de la vida. Y conocer la vida así es amarla. puerta, emboscándose debajo de cada cama y Mamándose a los ojos de cada paciente¡ y de oir sus pasO'S cautelosos y arteros, resbalar de cuarto en cuarto, subir y bajar pisos, y estacionarse con especial delectación en la sala d·e operaciones-hasta precedidos y pregonados a veces por la campanilla agorera del Viático-he sentido hincárseme adentro y en lo más profundo de mis entrañas, como jamás lo he sentido, la enorme, la inenarrable fruición de vivir ... Y quizá, por la fuerza misma del tremendo contraste, junto al velo negro de la Enguadañada, que parecía proyectar su sombra en todas partes, he visto surgir también por todos lados la cofia claru de la enfermera, como una celestial aparición. Con su uniforme blanco, cubriéndola como un ropaje de nieve de la cabeza a los pies, la he visto deslizarse por corredores y habitaciones, irra(Hando de toda su persona las tres virtudes teolegales: fe, esperanza y caridad. Fe en la bondad divina, esperanza de la ciencia humana y caridad con el prójimo. Si hay alguna profesión que más siente a la peculiar idiosincracia femenina, sobre todo a las virtud-es tradicionales de la mujer filipinapacienzuda, hogareña, humilde y laboriosa-esa Ver inflarse gradualmente las carnes, qu~ -~o­ co ha se emaciaban enseñando el esqueleto; sentir de nuevo la sangre agolparse en las sienes, precipitarse por las venas y tamborilear la caja torácica, trás de sentir en su lugar la frialdad y el vacío de la fosa, es vivir de verdad. Por eso, por absurdo Y por ilógico que parez- . es sin duda la profesión de nurse. cu. en ningún otro lugar se vive una vida más i Dulce novia blanca de los hospitales y de tointensa y más afirmativa que dentro de un hospital; aún el enfermo, que sabe que va a morir; va contando los días y las horas que le restan de vida-como contaría el avaro su tesoro-procurando concentrar y vivir en esos poco.s instant~ la capacidad vital, que otro más afortunado-¿o diré menos?--quizá tarde en vivir años y años. A fuerza d·e ver, con los ojos del miedo y tfel instinto de la propia conservación, a la Enj_uta dos los sitios donde se retuerce impotente la miseria humana, y se arrastra insidiosa la Novia vostrera de todos los moi-tales, yo te bendigo, porque eres la Flor que brota 4e1 Erial, la Belleza junto a la Fealdad·, la Vida frente a la Muerte ... ! rondando en cada pasillo, atisbando por cada .._ ________________ __.