El prodigo [En la Playa]

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Part of Estudio

Title
El prodigo [En la Playa]
Language
Spanish
Year
1923
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
Julio ESTUDIO 28, 1923. ;;:@!N~JJ:::@si:::::HmJ;::~:;..~~:::.:ir~:\~l1l:::.;~:;::Jri~i~'.::iLJI::::?JJiJjg!,;c:):::[!flB;:;::[!.1:si::::f!::K::::g:;::f!.~:;:::g~';:::[~I~::::~:;:::;: .. ~.~:;::~,g:;:::gi:-~::::r!t:Jt-:::~:'.::¡¿cl!fy;~~~ ~ · .. ~ ~ \!En la ¡playa f~l ~ EL PRóDIGO. ¡~¡ ~~!1.!=:::li!•~o:::~'.!il::::~::::¡g~::;::~:::OOJ(:;::~':::lj"!rn>:~~.1,.(::::¡wn:::::'.J!fii~.:::@Jf::;:::g;1J>::<tf!t::::¡ü~::::~n:~f;::~ii.·p:~.::,;;i:J1_,,, :~~:. ~~;;::Jg~:::~~:::~.!f::::)f):i~:'.:)1.~.,::·LJ:!:f1:t:~:::r:t)~ -No me sorprendes, Isaac. Te esperaba. Pablo y Luura me esc1·ibieron desde Ne gros anunciándome tu viaje a Manila. -Me lo figuraba. ¡Siempre los mismos! Lo primero que advertí a Pablo fué que nada te dijese respecto de m.i viaj.e. Y ya lo 1•es; el tiempo le ha faltado para comunicártelo, privándome así de la satisfacción que me hubiera producido el sorprenderte. -¡Qué quieres! Pablo no sabe ocultarme nada qu.e contigo se relacione. Se lo ten90 así advertido y cumple como bueno. Además, la última 'L'ez que estuvo ln Manila, me aseguró que v,endrías. Y p01· cierto, que también lo recibí aquí en esta playa solitaria, que por lo visto se ha convertido en sala de visitas pm·a 1nis amigos negrenses. -¿Y dónde mejor pudieras recibirnos! P1·efiero la calma y tranquilidad d,e este lugar a todo el bullicio y ruido infernal de Manila. No puedo con esa agitada y vertiginosa vida de la ciudad. -¡'Bien, Jwmb1·e, bien! Me gusta tu frescura. Si no hubiem de hablarte en serio, y de asuntos g-rav,es, me harias con tu salida soltar la cm·cajada. ¡Con que te agrada la soledad, y te hastía el vértigo social! Debieras ser más franco, Isaac; pues no igno1·as que estás hablando con quien está enterado de todos los pasos que das. - ¿Dudas, pues, de la franqu~za y oinceridad de mis palabras? -¡Si pudiese dudar siquiera! Lo peor es que ni aun el insigm'ficante favor de una duda les puedo conced.er; por estar convencido de que te has expresado con· absoluta falta de franqueza y sinceridad. -¡Hombre, muchas gracias! -Piensa y dí lo que quieras; pero tto retiro ni suavizo mi afirm.ación. No; l saac, no es la soledad, ni la tranquila vida del campo, ni el 1nfamo ~nterés de tu casa y haciendas, lo que atrtte t.u atenciá1 n y encauza tus aficiones. Díganlo tus fincas, sobre las que pesa un crecido número de hipotecas que ya tocan a su fin; y muy pronto habrán de llevarte a la ruina total, si no pones el remedio que ya urge. Hasta la misma casa que habitas está hipotecada: esa casa que para tí debiera ser un te1nplo, porque ,en ella viste morir a tus padres. Todo lo has olvidado y abandonado por segufr tus gustos y caprichos. Desde que murió tu santa madre te Vol. II. entregaste de lleno a las locuras de la orgia; sin acordarte que así profanabas la memoria de tus padr.es, JI manchabas con tu reprobable conducta el nom.bre inmaculado qzw ellos te legaron. Tus ]Jcligrosas a.niistades, los centros que has frecuentado, esas locas y nocturnas dtversiones que han constituido tu ideal favorito, el juego maldito en cuyas aras has inmolado lu salud y tu dinero, esa vida., en fin, de continua disipacfón y locura, fe han conducido al miserable estado 7H'escn. !e, que tratas en vano d.e ocultarme; 1mes sé muy bien que estás al borde ele una espantosa bnncarrota. E1t repetidas cartas he querido ]Jrevenirte contra la ruina qu.e te amenazaba; pero a todas correspondiste con el silencio. No te recrimino por eso; pues mi fin, al escribirte, no se reducía a obtener de tí una contestación, sino a alejarle del maldito camino de pe>·dición, antes de que cayeses al fondo del abismo. Pm· desgracia, nada he cons,eguido. ¡Y tienes valor para decirme que te hastía la ciudad, y te agrada el silencio y tranquilidad del campo! ¿Dónde están tu franqueza y sinceridad? -Sólo por ser tú quien me está hablando, paso por la tajante dr1reza de esas frases. Pe'l·o no vuedo 7>asa>· vor las exageraciones de Pablo, quien por lo visto se ha extralimitado en su carta; lanzando contra mí todos esos cargos que sólo exist,en en su fantasía. -Te equivocas, Isaac. Pablo se ha limitado a anunciarme tu viaje, intm·esándose por tí: nada más. Otra persona que todo lo ha saci·ificado po1• tí es quien me lo comunica no con palabras, sino con las lágrimas de que ,está impregnada su carta. -Mi hermana. -Si; tu hermana; esa infeliz criaturrt que por ser más joven que tú, y no tener en el mundo más apoyo que el tuyo, o al menos, el que tú d!Jbieras prestarle, merece que la trates como debe se1· tratado un ángel; 1mes ángel es tu hermana, puesto po1· Dios en el camino de tu vida. Y ese úngel vfoe sacrificándose y llorando por tí sin fruto alguno, a.unque no sin esperanza, como ella dice en la última r.arta. ¡Pobre Inés! Tú debieras ser para ella la fuente de su felicidad, y eres el causante de su desg>'acia y de su llanto! Po1· tí, sólo por tí ha renunciado al brillantísimo enlace con que hace poco le convida1·on. y que hubiera asegurado su dicha para toda la vida. Tú fuiste .el único obstáculo que -11le obligó a desistir de tan 1J,entajoso matrimonio. -¡Cómo! ¿También eso? Confieso qu,t3' no me he portado con mi hermmw .. como yo debía y ella. merece; JJC1'0 tampoco me he opuesto a esa boda. Ella ha desistido por su libérrima voluntad. -No; Isaac. H a sido el amor que te profesa quien la ha hecho desistir. Inés amaba a Lucio; lo sé muy bien. Con él tu 1 1ennann hubiera sido feliz, pern lejos de ti. Su h.'3rmoso corazón, aco. 'ltwmbrado ya a todos los sa· crificio.9, luchó valientemente y ·venció. Entre su.. felicidad y hi fuya, renunció a la suya, y se inmolo por ti. El sacrificio ha sido inmenso, pero lo ha hecho. Y no olvides qu.e ese sacrificio, el más grande que puede hacer 1(na ioven que ama y es amada, lo ha realizado Inés por ti. Escucha: 04 Solo Dios, m.c dice en la última que m.1 ha escrito, solo Dios saiíe la terrible lucha que he sostenido durante la pasada teniporada. Dos amores han luchado con todas sus fuerzas dentro de mi destrozado corazón; pero al fin ha vencido el que yo quería qu,e vencies,e. El sac1·ijicio ha sido grande, pe1·0 lo he hecho) y no me pena.. Si Dios lo acepta a cambio de la conversión de mi querido he1'mano, 1nc lo habrá pagado con creces. Hace ya tiempo que no vivo sino para m ·i hermano. Todo lo he sac>~ficado por él Lloro mucho, sobre todo de noche; pues Isaac apenas si duerme alguna que otra noche en casa. Sin embargo, confío en que mi santa madre vela por él desde el cielo. E se pensamiento me consuela, y me hace .esperar un cambio, que se me figura no puede tarda.·. P.ero, ¿cuando se'l·á? ¡Hace tanto tie1n· 110 que lo espero!" Así me escribe la pobre Inés. Veo que sus palabras te impresionan. Bien; mañana conh'nua.remos, pues es ya cerrada la noche. Ojalcí qu,e las lágrimas de ese ángel consigan más que mis consejos. EL SOLITARIO. ~ w?t_:;::·~. n.::'.: :u;:(:;::~):>:'.:)t. i:i:<'.::n)t: :;[f..)i :;;:•J( ':(:;:,•::)( '" ~:t Núm. 30.