Una buena hija...

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Title
Una buena hija...
Language
Spanish
Year
1924
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
Septiembre ESTUDIO 27, 1924 ~·~ 4t:~I: Una buena hija ... t y L sol se levantaba majestuosa- Heredero único de una de las fortunas más 0 . ·tl. ~ 1 : mente sobre los picos de M on- saneadas de esta capital, de espléndida esf talbán. El soplo acariciante ta tura, de rostro que fuera muy hermoso a ,;.;.. ··· . de la brisa mañanera parecía no estar algo abotargado, llevando siempre T.~ invitarnos a abandonar la. a cuestas los últimos retoques de la modct T ~t · ~:f habitación para. disfrutar masculina, derochando el dinero con el desde las dulzuras de un ama- prendimiento de quien nunca lo supo ganar necer primaveral, dando al- y chapurreando el inglés, creíase con méritos gunas vueltas por la. playa o, cuando menos, suficientes para ganar la mano de Fernanmuellemente arrellanados en alguna mece- dita y aun por ventura se imaginaba hacerle dora de la azotea para oxigenar la sangre un favor con sus muestras de predilección. respirando a todo pulmón. Mi hermana sentía. una invencible anAl tiempo que me preparaba a respon- tipatía por él y a mamá le había entrado el der a esa invitación gentil de la naturaleza, mozalbillo por el ojo derecho. No poseía otros llegaron a mis oídos palabras pro.f eridas con conocimientos sino los rudimentarios de la voz descompuesta, que no era sino de mi her- escuela primaria, aun conservaba en la lecmana Fernandita, la cual tenía sin duda tura el tonillo monótono de los principiantes algún repique con mamá sobre cualquiera de y su letra daba ganas de echar a correr. Su las mil pequeñeces de la vida del hogar. La ilustradión se limitaba a los altibajos del frecuencia de tales lances suele quitarles precio del abacá, a algunas vulgaridades de toda importancia, y ninguna dí yo a aquel política y un puñado de chistes de Gedeón, repelo doméstico, seguro de verlo terminar con lo cual puede adivinar el menos lince con el consabido besito de paz. cuánta habría de ser la amenidad de su conPero no había hecho sino colocarme a versación. Así y todo, mamá se bafíaba en tiro de la ducha, cuando de nuevo percibí la agua de rosas ante la perspectiva de aquel misma vocecilla, timbrada, metálica y en tan yerno ideal y la pobre Fernandita se daba elevado diapasón que no pude menos de es- a los demonios a la sola idea de semejante tremecerme, porque de muchos años acá no posibilidad. se escuchaba en mi casa salida de tono igual. De más está decir que cuando de intento Me apresuré a acabar mis atenciones perso- o al azar se hablaba de aquel hermoso animal, nales para. acudir al campo de la refriega, cuyas dotes no se cansaba de ensalzar nuespor si mi presencia y actuación pudieran con- tra mama, salía yo siempre a la defensa de tribuir a deshacer aquella tempestad tem- mi hermana, la cual no me lo dejaba de agrapranera. decer aquel apoyo incondicional y desintereLa escena tenía lugar en el cuarto de sado, tomando en tales coyunturas la actiFernandita a donde había acudido mamá con tud pasiva e indiferente de quien oye llover. el decidido propósito de hallar la solución de Se fi,guraba ella que mis argumentos alcanun problema que le traía harto preocupada zarían mayor efi.cacia en el ánimo decidido de tiempo atrás. Mi hermana acababa de de mamá. Y ésta, a su vez, tomó por táctica cumplir vántitres años, consagrados casi aprovechar mi ausencia del corro para lupor entero a la vida de las aulas en las que char a sO'las son Fernandifa, creyendo de había sobresalido df!! modo excepcional. esta suerte más seguro el triunfo fi.nal. El difunto papá, natural de Vallado- La madrugada de marras se sentía mi lid, tuvo gran interés en amaestrarla en el hermana algo indispuesta. Mamá entró en castellano, y lo manejaba con sorprendente su habitación para hacerle compañía y, con perfección. Cuando le oían hablar inglés, esa flexibilidad felina que tan en alto grado nadie sospechaba su nacionalidad. Sus pre- poseen las mujeres en el arte de llevar el agua mios en matemáticas y ciencias naturales a su molino, sacó al cabo a colación el tema. eran legión. Quisieron pensionarla para los espinoso del porvenir, y la conveniencia de Estados Un-idos y se negó a aceptar. Sentada no dejar las cosas para más tarde,, y de las al piano y ejecutando a los grandes maestros ventajas de saber aprovechar las oportuniera una notabilidad. Con tales prendas y dades, y de la tontería de soñar en la llegada ser a mayor abundamiento una de las mu- de príncipes novelescos y de la envidiable cochachas más bellas de nuestra sociedad, está yuntura que se le presentaba a Fernandita de más decir que sentaban plaza de preten- con el pretendiente de relumbrón. dientes cuantos jóvenes le llegaban a tratar. Cuando yo las sorprendí acababa de proEntre ellos había un preferido d~ mamá. nunciar mi hermana esta rotunda negativa Vol. IV - 11 - Núm. 91 Septiembre ESTUDIO 27, 1924 que la oí desde el corredor, mientras me encaminaba a la habitación: · -No te empeñes, mamá. Prefi,ero mil veces cargar con la pesada cruz de solterona, antes que casarme con ese adoquín. -Y nadie te puede obligar a ello, Fernandita, intervine yo con sorpresa de las dos. -Me alegro que vengas, Antonio, po1·que es necesario acabar con este pleito de una vez. Mamá se empeña . .. -Y tú te obstinas . .. -Y Fernandita tiene razón, le interrumpí yo con sequedad. Mamá se mordió indudablemente los labios, porque se encerró en un silencio calculado, siendo así que de ordinario no sufría ancas en asuntos de gobierno doméstico y éste parecía ser para ella el más importante a la sazón. Ju.zgué muy adecuada la ocasión que sin buscarla se me venía a la mano y pues Fernandita había puesto en mí toda su confianza, me decidí a poner las cosas en claro y terminal', como ella misma deseaba, de una vez. -Debes saber, mamá, por propia e~i:;pe­ riencia, comencé por decir, que no pueden decidirse nierced a imposición a.jena las elecciones del corazón. Teodoro no es el marido que conviene a Fernandita. -Tú dirás por qué, opuso mamá con la. viveza del gatito a quien pisaran el rabo. -Primero, porque tiene muy distinta <'d u ca ció n. -Con semejante vara de medir pocos matl'imonios se podrían realizar. -Así salen los más, y por eso son tan escasos los cónyuges bien avenidos. Segundo, porque Teodoro es un joven sin carrera y hasta carece de la cultura indispensable en sociedad. -No sé para qué hace falta talento ni títulos académicos ciwndo se posee gran capital. -Mira, mamá, un tonto a nadie puede hacer feliz JI el dinero en manos de un badulaque snele consumirse con rapidez. Tercero,- porque se precia de Librepensador. -Esa es una flaqueza de la juventud. Todos dfoen lo mismo, pero no sienten así. -Pues si lo a 'fi,rrna sin sentirlo, es un hipócrita u un cobarde, lo cual es algo muy repugnante en el varón. Y si siente lo que aseg111·a, no debes tú aspirar a llama1'le hijo jamás. Por mi parte, nunca toleraré que ccma habitualmente en m .. í mesa in hornbre que no cree en Dios. -Correría por cuenta de Fernanditci 1"mbuirle en las enseñanzas y·prácticas de la religión. -Lo que no se 1nama. . . Y ten entendido que todo lo dicho es sentir de tu hija, la cual me tenía comisfonado para hacértelo saber cuando · llegara la oportunidad. Al veros tan excitadas a ambas me ha parecido que de hoy no debía pasar. Mamá, deja que F ernandita decida de su suerte con libertad. Y entretanto puedes vivir tranquila, porque me ha asegurado que no dará paso de tanta trascendencia sin antes obtener tu aprobació1i. -En una buena hija, eso constituye un deber. -M arná, perdona que te lo diga, pero una buena madre, corno siempre lo fuiste tú, debe corresponder a esa obligación de las hijas, respetando en punto tan capital la elección de su voluntad. Te oí decir mil veces que Fernandita ha sido en toda coyuntura un modelo de docilidad. Deja que ella escoja a quien ha de ser su compañero inseparable en la carrera ele la vida. Te juro que no lo hará sin primero haber obtenido tu consentimiento. Once meses más tarde se vestía de gala la preciosa iglesia de san Marcelino para contribuir a la felicidad de Fernandita que unía su suerte a la de Antonio X. uno de los jóvenes más apetecidos de nuestra sociedad, hijo único de una de las fi,rrnas comerciales. más acreditadas de Manila, graduado de Abogado en la Universidad de Santo Tomás, con un m"io ele práctica en uno de los mejores bufetes de Nueva York y, en opinión de cuantos le conocían, modelo de religiosidad y de exquisita educación. Después de haber terminado la ceremonia religiosa, acercóse Fernqndita a su mamá y mientras le daba uno de esos abrazos que sólo las buenas hijas saben dar a las madres que únicamente consagraron su existencia a labrar el cristiano y tranquilo porvenir de sus vástagos, musitó a sus oídos esta preguntita, no porque descono~iese la respuesta, sino por volverla a escuchar para colmo de dicha en la solemnidad imponente de aquel momento de emoción: -¿Estás contenta de mí, mamá? -Eres un ágel, contestóle ella, eres un ángel y los ángeles sólo cruzan la tierra para dejar a su paso un reguero de .felicidad. Y o te la debo a tí. -Se la debernos a Dios, a1íadió Fernandita en el momento de separarse de su madre para dar el brazo a Antonio y cruzar loca ele satisfacción la distancia que separa la puerta del templo de las gradas del altar, donde acababa de hacer un juramento de eterno amor. JOSECHU. -- - ------- - - - - -· --- ----------------------Vol. IV - 12 - Núm. 91