Un Soldado pobre pero valiente

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Part of El Misionero

Title
Un Soldado pobre pero valiente
Language
Spanish
Year
1931
Subject
Anthony, of Padua, Saint, 1195-1231
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Abstract
The life and miracles of Saint Anthony de Padua.
Fulltext
AÑO VI, No. 3 AGOSTO 1931 liln Snlhahn pnhrr ptrn ualitnlt HA MUERTO ya .... y para ser más exacto ha pasado a mejor vida hace siete cientos años el día trece de Junio. Si ha sido un soldado valiente no es cosa de extrañar, porque era hijo de un caballero de los tiempos antiguos y por eso sangre de guerrero corría por todas sus venas. Su padre no conocíó temor ante nada y nadie. Cuantas veces había combatido contra los Moros, imposible es determinarlo; pero cada vez que estos bandidos y asesinos, tanto de almas como de cuerpos, rodeaban por alguna parte vecina para robar una hacienda y capturar cristianos para después venderlos como esclavos, siempre el caballero montaba a caballo, que era un animal, noble y fuerte como su amo, y entonces, con los braws, piernas, pecho y espaldas cubiertos de blindajes de acero, corría y galopaba tan pronto como el viento .persiguiendo a los merodeadores y jay de los bandidos cuando les alcanzaba! tomando su escudo en la mano i:;~quierda y su enorme sable en la derecha los atacaba y vencía con tanto vigor y fiereza que, por donde había pasado durante el combate, la tierra quedaba cubierta de cabezas y troncos. Por eso su solo nombre bastaba para ahuyentar a los Moros como si fuesen una bandada de moscas. Y cuando aquel noble caballero, sentado al lado de su hijo aún en la cuna, con los codos sobre las rodillas y con la cabeza entre sus manos poderosas, contemplaba la cara morena y gordota del inocente pequeñuelo, su hijo, entonces soñaba el glorioso porvenir suyo RENUEVE SU SUSCRIPClON ENSEGUIDA 66 y de su familia: algún dia aquel niño sería un caballero como él mismo; sería un soldado como él sin miedo, montaría soberbio y majestuoso corcel y perseguiría valerosamente a los Moros bandidos y blandiendo su sable ensangrentado aplastaría a los enemigos de la patria para defender a Dios y al Santo Papa. Así estaba pensando el padre al lado de su hijo, todavia muy pequeño, y llegaba al colmo de la a:legria cuando en su imaginación contemplaba a su hijo causando la admiración de la corte del rey de Portugal y recibiendo del monarca las insignias de la noble caballería .... Y cuando el niño había crecido y era un joven gUapo y fuerte y cuando empezaba a salir y pasear a caballo por las calles de la ciudad con el sable bailanceando a su lado, y cuando al verle los paseantes se detenían saludándole sonriendo y admirándole extasiados, muchos dijeron: "aquel caballero joven se hará soldado" Y volviendo las cabezas para contemplarle de nuevo, añadieron algunos: "de veras éste será un soldado valiente." Efectivamente el joven se hizo soldado, pero no del rey de su patria: su juicio le acopsejó a otro; quería servir ·a un monarca más poderoso porque cuanto más poderoso sea el rey que uno sirve tanto más valientes y ilustres son sus ·soldados. Asi es que el soldado, en vez de adornar su cabeza con plumas y cargar sus brazos, su pecho, sus piernas y sU.S espaldas con blindaje de hierro, revistió el uniforme del ejercito al cual se había alistado: su traje consistía en una túnica pesada de color pardo con capuchón colgado de las espaldas; 'al rededor del cuerpo no llevaba un cinturón elegante con espada mortífera si no una cuerda gruesa con inocentes nudos; tanto en el invierno como en el verano siempre tenía la cabeza descubierta y los pies desnudos. Juntamente con algunos hombres, vestidos como él, vivía en una casa escondida entre las ramas de unos cuantos oleastros. Encima de la habitación y más alta que las hojas de los ·arboles una cruz sencilla extendía sus brazos al cielo. Desde la madrugada el soldado salía de casa llevando en las espaldas un cesto enorme: iba de casa en casa para mendigar y hacia el medio dia volvía cargado de pan, ;patatas y frutas. Pero al llegar, la casa estaba ya llena de pobres, viajeros y peregrinos que todos comían y bebían de lo que el soldado les ofrecía y una vez satisfechos se retiraban dando las gracias pero sin pagar por la generosa acogida. Y cuando todos se habían marchado, entonces los habitantes de la casa comían lo restante. Algunas veces quedaba muy poco y sucedió que absolutamente nada sobraba en la mesa. Entonces SOSTENGA UN CATEQUISTA 1 nuestro soldado se sonrió y bromeándose dijo a sus compañeros: "Pues está bien, hermanos; ahora cerremos un poco más nuestra cuerda, por eso precisamente la llevamos encima del estomago ... " Una vez sucedió que como su Padre quería combatir de veras c~mtra los Moros y efectivamente se embar-EÓ para d\rigirse al pais de estos enemigos de la Iglesia y de los Cristianos. Pero unas calenturas malignas enseguida le aplastaron y por cuatro meses quedó postrado en la paja que le servía de cama: todo esb no le parecía mucho, el combate tal como se lo había propUesto ... Por eso sus superiores le mandaron volver, pero el barco en que navegaba fué atacado por fuertes y contrarios vientos de manera que perdió el curso y nuestro soldado con pena llegó a algún convento en Italia. Palidísimo y enflaquecido por las calenturas, el Padrecito casi ni cara de hombre tenía y de ninguna manera parecía tener algunos méritos. Por eso, los Superiores le enoargaban del trabajo en la cocina y de la limpieza de las celdas; '.Pues sus trabajos diarios consistían en barrer los suelos y lavar los platos. Este último trabajo no le era muy duro porque los hermanos ya limpiaban bastante bien cada uno el ·suyo en la mesa con el solo deseo de satisfacer su hambre y apetito, aunque algunas veces sin resultado satisfactorio y nunca con peligro de alguna indigestión. 67 Por las tardes, durante el recreo común él como los demás padres descansaba entre las hierbas verdes del jardín, miraba el sol a punto de esconderse detrás del monte, ó escuchaba el canto del ruiseñor que gorjeaba entre las matas, ó admiraba las plantas que uno casi podía ver crecer, y entonces él hablaba como nadie podía hacerlo de Dios que levanta el sol, enseña los pájaros a cantar y hace las plantas crecer. Una vez .sucedió que una muchedumbre inmensa había venido al convento y que ningún padre había para dirigirles un sermón en la iglesia. "Si es así" dijo el SU¡perior de la casa, "el hermano Antonio predicará." Y todos sonrieron .por compasión al oir la orden, pero nuestro soldado sin embargo subió al púlpito y cuando empezó a hablar, inopinadamente cambió de cara, su expresión de sencillez desapareció y ahí estaba igual como un soldado y precisamente como su padl'e en el campo de batalla en los di.as de los combates heróicos contra los Moros. Su voz resonaba como una campana en la torre y el fuego de sus ojos parecía perforar hasta los corazones de los oyentes: la gente escuchaba terribles verdades, meditaba y tomaba resoluciones sinceras. Desde aquel dia, sus superiores le mandaron afuera y nuestro soldado pasaba por los montes y valles siempre predicando y enseñando y hablando de Jesucristo LAS MISIONES :SECESJTAN CAPILLAS 68 con los habitantes ignorantes y la gente que no se preocupaba de sus intereses eternos. Después del sermón predicado a los ·cristianos devotos en la iglesia, fué al mercado, se detuvo al lado de alguna posada, sacó un baril vacio, subió a aquel púlpito improvisado y otra vez empezó a predicar, pero con tanta fuerza, que su voz dominaba el ruido de la calle y del mercado. Borrachos que en la víspera habían sido llevados a sus casas, ahora se acercaban aún medio dormidos; mujeres que habían bailado toda la noche también se aproximaban con caras extenuadas y ojos medio cernidos; holgazanes perezosos se detenían al rededor del orador .para ver que novedad había y pronto decían: "aquél no me convierte" ... pero todos los presentes pronto sintieron algo en la garganta y las lágrimas en los ojos y algunos dijeron: "Que si aquel orador se hubiese hecho soldado, ya por ahora sería al menos un capitán." -"Es precisamente lo que es," contestó otro, "pero soldado de Cristo." Y hasta muy avanzada la noche el hermano Antonio quedaba sentado en el confesionario, oyendo confesiones de tal manera que algunas veces durante todo el santo dia no tuvo tiempo para comer más que unos cuantos higos que una mano caritativa había dejado en su falda. Y cuando estaba en el camino, siempre en busca de alm~s. y cuando aproximaba la hora de comer, entraba en la primera casa que se le ofrecía, se sentaba a la mesa en la compañia -del hacendero u obrero según el caso y comía lo que había. Por las noches se refugiaba donde podía, hasta en un establo ó granero ó debajo algún arbol al lado del camino. Notificado de que había algún enfermo en la localidad, iba visitarle, ponía sonriendo la mano en el cuerpo del paciente y la enfermedad desaparecía oomo por encanto. Dios mío, si el hermano Aritonio viviese ahora en Filipinas, creo que le veriamos de pié sobre algún cajón predicando en Manila en la plaza Goiti, ó en la plaza Moraga, flagelando con su palabra algunos de estos dichosos católicos que en los domingos no van a misa y en la Cuaresma no reciben los santos sacramentos, pero sí, siempre se intitulan católicos y de católicos cerrados .... muy cerrados de veras. Y le oiríamos gritar: "vosotros ricos que entraís en estos bancos adorando a Mamon y gozando de la vida como Salomón en todo su esplendor, ¿qué? ¿acaso no teneís un pesillo para el bien de vuestras almas y de vuestros hermanos en el Salvador?" Y pasando por las provincias cristianas y viendo tantas iglesias en ruinas y otras tan sucias, que no merezcan ser templos de la divina Majestad, dudaría si de veras el paises aún católico, preguntánAFILIESE A LOS CRUZADOS DE STA. TERESITA <lose cómo en el tiempo de desempleo mundial no hay brazos para reparar ó limpiar las residencias de Dios. ¡Que sermones predicaría en estos pueblos que profesan creer pero en la práctica niegan a Dios dejándole vivir en edificios miserables! Y llegando a la Provincia Montañosa, al ver tantos miles de gente desnudos, sin el menor conocimiento del verdadero Dios y su Iglesia, y eso en una provincia en el centro de un país que se intitula católico, no hay duda que el hermano Antonio desesperando poder convertir el solo a tanta génte pobre e ignorante, volvería las espaldas para visitar todas las provincias, la capital y hasta cada casa de cristianos en donde queda algún rayo de Fe, y les diría francamente la verdad, porque un soldado es bravo y abierto: -"¿Que? ¿No quereís socorrer a vuestros hermanos en Cristo hasta la fecha esclavos de Sátanas por falta de instrucción ó sea por falta de quien les rompa el pan? ¿Y pretendeís aún ser cristianos? ¿Y esperaís ir al cielo después de una vida sin caridad? ¿Y ni siquiera quereís saber lo que pasa en la Montañosa leyendo El Misionero para que vuestra conciencia adormida en esa ignorancia no se despierta y os muestre vuestra ingratitud al Salvador que os suplica Le ayudeís para convertir el mundo? ¿Sois ó no cristianos?" Y a una Señora devota que no hace nada todo el santo día la 69 mandaría trabajar algo para que lo así ganado lo mande a algún pobre misionero. Y a tal Señor que convierte miles de pesos en una casa suntuosa, le tomaría por las orejas preguntándote si no tiene verguenza de habitar un palacio cuando el Señor ni una casucha miserable tiene para vivfr entre los suyos abandonados. y a un abogado preguntaría si de sus ingresos no queda nada para defender los derechos de Dios contra el demonio entre los paganos de su país. Y a un médico sugeriría que curase almas incurables sin la medicina de la Fe. Y a estos varones y docellas que tanto gastan en lujo les arrancaría sus perfumes y polvos para que economizando sobre estas vanidades pudiesen ayudar a vestir almas de la gracia .... y así por el estilo, el hermano Antonio soldado de Cristo procuraría vencer a fos demonios de las pasiones entre los católicos y de la ignorancia entre los paganos. Y acudiría al editor de las revistas misioneras escribiendo de su mano un editorial como conviene para cristianos que olvidan sus deberes, demostrándoles como merecen que Dios los abandone por abandonar ellos también a Dios en los suyos abandonados por ser paganos. Y en el camino la gente llevaría a San Antonio sus enfermos, pero el Santo perforándoles con sus ojos de soldado y de fuego les rehusaría sus favores porque ellos los primeros rehusan a Dios la ROGAD POR LAS MISIONES 70 salvación de almas por las cuales el Salvador dió su sangre. Y tendría razón. Pero el Hermano Antonio no está más. Hace siete cientos años que pasó joven aún a mejor vida, porque tantas actividades y penitencias pronto le llevaron a la tumba y al cielo. El no se preocupaba de una vida larga pero sí de una vida de méritos. Y a la edad de treinta y seis años estaba ex.tenuado; la calentura le atacó y murió con la sonrisa en la cara, .con la sonrisa de un soldado. al recibir de su rey un collar de oro por sus vktorias heróicas. Los habitantes de su pueblo deseaban guardar los restos y enterrarlos en su campo santo, y cuando otros intentaron llevar las reliquias para sepultarlas en otro pueblo, esta gente sencilla se armaron de bastones y cuchillos, guardaban el cadaver dia y noche y hasta destrozaron un puente para impedir todo acceso a los de afuelia. En nuestros ellas la estatua de nuestro soldado adorna casi todas las iglesias del mundo entero y los ·cristianos le llaman "San Antonio de Padua": acuden a él como a un caballero soldado que protege a todos. Su cara parece joven y afectuosa como la de un niño que acaba de hacer su primera Comumon. Mi opinión es que San Antonio preferiría una cara algo morena y más parec;ida a la de un soldado para enseñarnos que nosotros cristianos debemos ser soldados de Cristo por nuestras obras de caridad, despuestos hasta sufrir y trabajar mucho para la salvación de almas: la n~estra y las de otros ... y ¿Quien sabe? Quizas gustaría a San Antonio ver· a los pies de sus estatuas la siguiente inscripción: "si quereís a:lgún favor de mi, haced favores a otros por amor al Salvador: salvad almas que fué el fin de la vida y muerte de Nuestro Señor; ayudad a salvar aquellas almas que sin ayuda perecerán en su ignorancia. No hay .duda que estos devotos de San Antonio al leer y cumplir estas palab:ras tendrían más derecho para lograr el favor que piden al santo de su devoción, aquel noble soldado y ejemplo perfecto de los verdaderos cristianos .... ESTIPENDIOS DE MISAS SUN UNA GRA:" AYUDA
Date Issued
VI, No.3 Agosto, 1931