Bulevardina

Media

Part of Excelsior

Title
Bulevardina
Language
Spanish
Year
1930
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
Atardece.. ¿Atardece o anoehect>? Horribl~ duda que me obliga ·l. escribir ambos vel'bos, para que cada cual escoja el que halle más apropiado o encuentre más a su gusto. Para mí, que (•onfieso no estar muy versado en estos tiquis, miqui~ poético-literarios, tanto me dá que sea lo uno eomo lo otro: e) caso está en que se trata de los momentos preciR:os en que el rubicundo A polo se dispone a ahuecar el ala p~ra irse a tostar otros lugare~. dejándonos jadeantes r con ht lengua fuer.a. como galgos en carrera de liebres, por lo que se impone, antes de adoptar otras medidas, Ja inmediata de ponerse bajo una fresca ducha y luego de bien enjugados, perfumados y vestidos de limpio, echarnos a la calle, mejor en auto que a pié. Esto, naturalmente si hay para lo primero, que aquí no es dificil lograrlo, bien porque no falte un amigo que lo tenga y nos lleve, o porque dadas la$ facilidades que se dan por los ven<ledorei;; para su adquisición a plazos, Jo más que puede ocurrir es que, si dejan de cumplir los compradores sus compromisos-caso muy corriente-vuelvan a ser de infanteria los mismos que el día anterior iban haciendo creer a los incautos, que eran unos Fúcares o del'cendientes por lo menos de otro potentado de esos, que han dejado fama en el mundo por sus dispendios, como, por ejemplo, el tradicional duque de Osuna, del que se empieza a cont3r y no se acaba. Sin escarceos sutilizados sobre, el término rlel más ajustado encaje, la realidad lo que dice es que la tarde V-3. cayendo, permitiendo Febo yá que se le mire cara a cara. Su mofletudo sem· 11 hiante, enrojecido como el de un matinero beodo. de los q11e pululan por la Plaza de Goiti en espera dE> un carromatero que lo desvalije, deja ver una amable sonrisa en encoj imiento nasal y guasona guiñada de ojos, ·al despedirse en lenta, grave, pausada marcha hacia abajo, hasta zambullir!>e en las :iguas, saladas, porque escupió en ellas mi niña, según la copla. Ya desapareció del horizonte, pero aún sigut• luego un halo que se extiende en suave desvanecido desde la línea de ~u ocultación, nacar-!.do en difuminosos m3tices, gualdo, rosa, esmeraldino y grana, veteados por rutilantes estría::; que atraviesan las algodonadas nubes, plateadas por abajo y aplomadas y hasta negras por arriba, las que van a sumirse completamente deshechas en el inmenso cobalto de la bóveda, por un boquetito de la cual se asoma chispor roteante el lucero vespertino. Queda envuelto el paseo en una penumbra que dura poco, porque la ciencia del hombre hace que brote la luz asi en. la tierra, como en el cielo, según está dispuesto por el Creador, y a Jos luminares de los mundos .sidéreos súmansP los focos eléctricos de este mundillo sublunar en blanca y bdllosa línea extensa, como una vb láctea terrena, que partiendo del amazacotado Club de los Elks y como huyendo de las nada gratas emanaciones del mar en sus aled3ños, fe corre en la ondeada dire~ción que señalan los puntos bril1antes de suS bombillas hasta donde ha llegado el tenaplenamiento de aquella zona, con promesas de seguir 11.delante, aunque sin determinar la fecha de cuando esto ocurra. Corretean de aquí para allá lucecitas, simulando estrellas erráticas, pifoduciendo rápidos cambiantes de luz y obscuridad, que ciegan en ocasiones '3. la gente de a pié: son los autos que, como siempre, sus dueños o chóferes creen que los caminos, las calzad.as y las calles son exclusivamente para su uso y aun mejor para su abuso y si a algún peatón distraido o aturrullado le convierten en tortilla, que se aguante y si quiere evitar atropellos que se quede en su casita. En los días laborables, o la gente no siente el calor tanto o sus ocupaciones no la permiten el esparcimiento de estirar b.s piernas, sanear el aire enviciado de sus pulmones o lucir el físico, que de todo hay en la Viña del Señor. En lo de las ocupaciones y por lo que a la mujer atañe, es esplicable su ausencia en cierto modo. Hoy, que ya hace todo lo que hace el hombre hasta el límite que el sexo señala, no dispone de muchas hons de derroehe para lo que los aficionados a trastocar el idioma con procedencias extranjeras, llaman flanear. El ir a la oficina las jovencitas, que con darle gusto al dedo manejando el teclógrafo, junto con la ·lectura de magazines cinemáticos y el trato intimo a que las obliga con ~us jefes el interpretar taquigráficamente lo que estos las dig::1.n, las ofrece un risueño porvenir, que empezando por disponer de fondos para vestirse como figurines, concluye a veces con la marcha nupcial de Mendelshon, ya resta naturalmente tiempo a las pobrecitas. Luego, cans·adas del trajín de la oficina, como hombres. . . hasta cierto punto, hay que ver que no pueden olvidarse de que son mujeres y que trás un día de trabajo viene siempre bien una noche de distracción, con algún amigo, ya acompañándose de él para ir a entrenarse en la vid3. d~l gran mundo con una película de Greta Garbo--el gran libro de texto para los centros de enReñanza-esparciendo eJ ánimo en una agrad-;ible cena-excluidas fastidiosas personas mayores,-con remate de unas vueltecitas de jazz en un cabaret de postín o uno de esos incontables bailes que celebran todas las noches las más incontables agrupaciones que se dedican a tal ejercicio jimnástico al jesticulante compás de que entran en la respetable cOrporación de madres de familia, eon las restricciones, por supuesto, recomendadas por Malthus, tan acordes con el modo de ser del presente siglo, que ya hay paises que pret~nden que se enseñe en ,las escuelas la conveniencia del bird control, tampoco las faltan ocupaciones en dfa.s distintos de los domingos. Hay deberes ineluctables impuestos por el código social, como cenas de etiqueta; reuniones de damas para alguna obra benéfica que ponga en aprieto los bolsillos de los hombres; visitas de cumplido, at homes, banquetes de despedida a las que se van por esos mµndos y de bienvenida a las que regresan, partidas de bridge o de majjohon y por último ¡le dern~·e1· cri-! los coktails , teas, qt;ae han destronado a los antes tan aristocráticos teas parties, sin contar expediciones a algún pintoresco sitio cercano, la concurrencia al Polo Club, las partidas de tennis y otros mil compromisos mas, que no cabe eludir si cada cual ha de estar en el puesto que su posi:::ión le marca o si no se lo m3rca, que haga creer a los demás que se pertenece a su clase privilegiada. Por lo que va someramente expuesto, no hay que esforzarse gran cosa para hacerse cargo de que quien tiene que vivir así, no le ha de quedar gran margen en su existencia para perderlo en pasearse, que tareas son las apuntadas, por las que hasta se tiene que abandonar el repaso de la ropa a las costureras y la dirección de la casa a los criados. Y demos de lado aquí, porque si nó sería el cuento de nunca acabar, el caudal de horas que han de dedicar a sin personas, las que tienen que asistir al beauty parlor para que les corten y ricen el pelo y además han de depilarse las cejas y despojarse del musgo axilar, alargarse las pestañas y sombrearse las ojeras y estucarse brazos, seno y rostro y darse o que las den masaje ... ¿Hay cuerpo para semejante trajín? Con lo cual está en cierto modo explicado que el Bulevard no se vea tan animado entre días de la semana. GIL. A. MóN. Pasay, septiembre de 1930. una orquesta de :;;axafones, tambores y repico- - - - - teantes cornetinEs en los ::=alones de los clubs destinados a tan exclusivo objeto, que biblioteca faltará, pero salón de baile, ¡imposible! Si de las del estado de merecer se pasa a las que ya saben lo que han merecido o sean ]as._ ________________ _