A una amable lectora
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Part of Estudio
- Title
- A una amable lectora
- Language
- Spanish
- Source
- Estudio Volume II (Issue No. 29) Julio 21, 1923
- Year
- 1923
- Fulltext
- Julio ¡Vaya que si ha sido bueno el lío ~n que me metió la cartita de V d.! ¡Las vuelta que habré dado en estos días a la dichosa carta y lo que h'tbré yo pensado en mi desconocida! Porque, créame Vd; 11iuchas veces me asaltaba la sospecha de si pretenderíu Vd. tal vez burlarse de 'mÍ; sospechu. que desde luego rechazaba yo inmediatamente, fiado en absoluto en la sinceri<iad, por la que tan calurosamente abogaba V d. en su carta, y en su buena fé, en la que, aun cuand(J me juzguen quizá.a un poco cándido, creía yo a. piés juntillas. Como Vd. comprenderá el caso el·a para pensarlo en serio, so pena de exponerme al riesgo de equivocarme de med_ io a medio y ganarme, por ende la satírica censura de mis lectores y la animadversión de Vd., cosas ambas a cual más duras y tristes para mí. Así y todo, bien sé yo que por ventura a algunos no ha de satisfacer mi contestación, que por algo se ha dich 7 que nunca llueve a gusto de todos H sabido es que en materias litfjraria.:;, y má.s si tienen estas por objeto algún fenómeno sentimental, suele el público forma1· muy varios y peregrinos juicios. Mas) si consigo satisfac13r el deseo de V d., ¿qué puede importarme el desagrado de parte de mis lectores? A cha,que muy comun es este r,n la vida, periodística y por descontados tenía yo e1ios fracasos al decidirme a entrar de lleno en tales aventuras. Y dirá.n muchos al llegar aquí:J Pl!-ro, eso es curarse en salud!-Sea así. ¿Quién en toda su vida no ha tenido, siquiera una vez, la franqueza de confesarse inepto para algunos menesteres? Con todo ello y a pesar de ello, vamos a intentar,-que hora es ya,-pcnetrar en el fondo de la cuestión. Par>L no pocos y no pocas también, la con,. sulta que me hacia· Vd. en su carta, habrá. tenido sencillísima y fácil solución. Por eso no me cxtraña'1"ía ver dibujada en sus rostros una sonr-isa de conmiseración hacia mi.a apuros, que tampoco me extrañaría hayan. sido calificados de a,pµros de colegial. ¡C6mo ha de ser! Yo siento difel'i>" de ,ellos, porque siempre he creido que ,;i hay síntomas que delatan infaliblemente un"t enfermedad, hay otros que lo mi/Jmo pueden significar una que otra de distinta naturaleza. No cabe d¡¡da que uno de los má.s a1·duos trabajos del pensamiento, según dicen los psicólogos, es el llegar a coµi.prel)der totalmente a otra persona, meternos en sus ade1~tros y llegar a lus m!i·utles, y raiices de sus juicios, paVol. II. ESTUDIO siones y sentimientos. De ahí que nada más lejos de mí que el tener la pretensión de que mi opinión tenga visos de m·tículo de fé, ni mucho 1nenos. CoucH.laudo :-porque estos p1·eámbulos van resultando harto largos y pesados :-lo primero que deduzco yo de su curta es que tiene V d. un corazon t"minentemente femenino, una sensibil-idad verdaderamente exquisita; lo cual ya no es poco decir, an1.2n de un hallazgo afortunado para mí. Porque hallazgo es, 11 muy raro, encontrar 11n co·razón del temple del suyo en estos t~~mpos por los que at1·ave.c;amos: tiempos de lu "rising gencrat~on", de los ·contrasentidos y pa1·adojas, de lo.~ feminismos exagerados, en los que topamos a cada paso, con ve>·dadero asco por nuestra parte, con ·muchachos insubstanciales, que, a juzgar por "3l exterior, dfríamos que estan estudiando pa1·a damiselas, y en cambio a más de cuatro doncellas que parece han ,.educido todo su ideal a conseguir pasar plaza de "espíritus fuertes". Por eso llamé afortunado al hallazgo de su co1·azón1 porque al paso que vivimos en este pais de los "viceversas", cuando queramos encontrar el tipo de la mujer filipina-! Dios no lo permita/tal vez no exista ya. Lo segundo ya, no lo deduzco yo: me lo dice V d. claramente, usando las palabras de un poeta, a quien yo tambiP.n suelo leer. "Estoy triste, sin saber de que tengo tristeza." "Siento,--dice Vd. con ingenuidrvl que le honra,-siento en mi interior una cosa extraña que no acierto a definir: algo asi como una pspecie de melancolía, de ,tristeza, pero dulce apacible, que no me amarga ni atormenta, y que tampoco sé a que es debida." ¡Es natural! ¿Cómo ha de amargarle ni atormentar{e esa cosa extraña que sien.te y que V d. cree ser,--1'n.uy lógico desde luego,-tristeza y melancolía, si esa tristeza no es ni m.ás ni m,enos, que el supremo anhelo de su alma hacia lo más bello y hel'moso que puede apetecer? Decía un poda de genuina cepa castellana, con sus pimtas y ribetes de filósofo, que en el fondo de toda angustia humana no hay sino sed de vida, hambre y sed ,te las infinitas cosas que se desean y no se alcanzan, t>-isteza y apetito de Dios. No diría, yo tanto, pe1·0 sí que mucho de eso le sucede a V d. Pertenece su alma,-y dé por ello infinitas g1'acias al Se1101· que se la dió,--a la que pudiéranios llamar m·istocracia del espíritu. Y cor¡ un alma profunda y rica, de -421, 1923. aguda sensibilidad y audaces pensamientos, ¿no ha de sentir Vd. esa vaga inquietud, que toma V d. por tristeza y que realmente no está. muy lejos de ella, inquietud que le hace experimentar en las cosas que le 1'.'0dean sensaciones que antes no percibía . .. ? El grave misterio de las_ cosas que enumeraba en su carta: el vuelo de un pá.jaro, la caida de una hoja, el llant<> de un niño . .. ; el espectá.culo del dolor, de las lá.grimas y miserias, de esta gran tragedia de la vida, pone lá.grimas en sus ojos y un mov.imiento de misericordia en su compasivo coraz6n. ¡Claro· está! En todas esas cosas existe, no le quepa a Vd. duda, mucha belleza y hermosura y Vd. ama, tampoco le quepa duda, con todo el ardor de su corazón, esa m:isma belleza 1J hermosura; y como la hermosura de las cosas humanas es tan sol°' un resplandor de la bel¡¡,za divina, de ahi que V d. que ama la belleza en las cosas morta(es busca la luz de donde procede como de eterno manantial y siente ansias de poseer esa luz y al no conseguirlo plenamente, sufre y llora, sin acertar con las razones de esa viva pesadumbre, pero sin sentir tampoco las dentelladas del dolor sin esperanza ni consuelo. Tiene V d. nostalgia, mal de cielo, como le ll01111ó no sé quien, dolencia de almas prócet'ee 1J vuela por instinto a las alturas donde tiene su asiento lo único que puede saciarla. Padece V d. una crisis del corazón,que yo creo será muy pasajera,-una crisis de amor,, pero del amor e'1:prescido por los místicos y los poetas, del amor con levadura de lá.grimas que ha estremecido a las almas grandes. Esa crisis denuncia en V d. cierto cambio, cierta mudanza de su espiritu; quizá. sin sentirlo está. Vd. dando un adios al pasado, disponiéndose a penetrar por nuevas regiones de la vida. Y ahora más qu.e nunca es cuando necesita cuidar con mimo y cariño la delicadeza y sensibilidad de su alma, sino quiere exponerse al riesgo de que se marchiten al soplo h, elado del prosaísmo de la vidp., destructor implacable de cuanto lleva algo de espiritualismo y poesía. Y o ignoro lo que le espe1·a en esas nuevas regiones de la vida, por las que quizá ha comenzad-O ya a cruzar. Lo que sí sé es que puede V d. llegar a gozar en ella de toda la felicidad a la que nos es dado aspirar en este mundo. Para vivir feliz es preciso ante todo sensibilidad: porque la vida no es una ciencia, sino un arte: haJ que s,entirla en vez de razonarla. "El Núm. 29. Julio hombre grandc,-ha, dkho un poeta,,cs aquel al que todo produce un vu slco dz emoción. . . Cuando lleguemos al final de la, jornada,, de la breve jornada d.e la vida, nuestro 'mejor tésoro seJ•á el recuerdo de laB lág1-imQ.s,_ de las divinas emociones que han sacudido nu2stros nervios y airancado al alma una chispa de luzº. Y aquí hago punto final. Tal vez en toda es-~a perorata., cont,estació-n a su delicada consulta, no he acertado a vaciar, con toda exactitud y prec~ sí6n, las ideas que me ha sugerido su carta desde el dia en qu,e, no sé ~i 7101· fortuna o por desgracia, la en~ cont?·é en el peñón de 1ni soledad. ¡Es ESTUDIO tan dificil hallar palab1·as que responCan fi.eln:en( e a los s.entimientos del corazón! Para muchos no dejará de ser alr¡o vaga y clifusa y. . • hasta un t.antico tocada de misticismo. ¡Qué le vamos a hacer! Los hombres sabemos muy vaco de nosotros mismos. PeJ'O, si con t.Jdt) lo que llevo dicho consigo hacer un poco de luZ en su in! eUgencia, qt<cda,.¿ harto satisfecho. Si ni mm eso hubiera conseguido, si?'va de di.scltlpa a su to1 rpeza, la buena voluntad con que ha procurado complacerle "EL SOLITARIO". Donde C¡u•era que vill,je \'d Lo.s Meleiu y Boules RIU 21, 1923. \' Oíre«n Comodidad y S~urld¡d. •C EL~~::l~~~IHU MONTURAS POLAINAS L AT1GOS PORTF'OL\06 CINTURONES CARTER ~KK~~:-;,.~~::~!.~>:::.:~:;:@ji::::.~::::1tlJJ\f~ti'J!;:::.~'!!i:~:fi:.~i!-:~:· t::.~:::::M .. ~:;::l!íJf.:;::n~~;::J!~:;::J.: ~ ~>::=F~-~>::~:r..:: ~·:::~.)::i::~::::tt:.:ñ::~'.=E.!i::::<~~Jf-:'.:: ::;;;tf"H:::::·:.i::;c:~:::~i!-Jt:::=·i:i:-~~: ~ Texto integro del documento hístoricot de la dimisíon ¡~ ~ de los Secretarios Depa.rfa .. raentales ~:~~:~:::=nKBJ::::&:::;~lf:::=~M>::<~J!l:::::i!:::::.M:::=)I-_:~:;¡:.g]!::::<r:t.~::::M:::<B}!:::<~E>::-dn:::::~:::<~:~;~j!_~>::=~~:::.r:::-~::::;c1:;::::::~--i'.f:::=)t_r.-~::;r.::-: ~:·=·J.i-~,:'.="i:l:_)!:;:=1i·.i! Señor Gobernador: Hemos estado notando, de un tiempo a esta parte, que es la política y deseo de usted, como Gobernador General, interve· nir y dirigir los mas pequeños asuntos de nuestro gobierno, no solamente en el ser= vicio insular sino tambien en el de las lo= calidades, en desdoro absoluto de la au= toridad y responsabilidad legal de los je= fes de Departamento respectivos. Esta po= lítica culmino 1·ecientemente en un caso inaudito que conmovio en sus cimientos la opinión pública sana del país, cuando us= ted, ingiriéndose en la autoridad jurisdic= cional del. Secre~ario del Interior y del Al= calde de Manila, repuso en su cargo a un policía secreta de la ciudad que había sido legalmente suspendido, y consiguiente· mente, por si mismo, acepto su dimisión sin oir siquiera, antes bien desoyendo, el consejo y el consentimiento de las autori= dades jerárquicas competentes. Esta se= rie de actos constituye una clara violación de la ley fundamental del pais y otras dis= posiciones legales, especialmente d. e la Ley 2803 y del art. 2447 del Código Adminis= trativo, y constituye a la vez, un paso atras, una destrucción, de la autonomía ~oméstica ya concedida al pueblo filipino y gozada sin interrupción por este desde la implantación de la Ley Jones. Procediendo de esta manera en sus rela= dones con los departamentos ejecutivos y Vol. II. -6 h:.s oficinas del gobierno central y las lo= entidades, viol?ndo así el co'llpro.dso de honor tlel sOblerno y pneblo de los Esta= dos Unidos de conceder, cadt>. vez, al pue= blo filipino una mayor medida posible de gobierno, interior, pendiente la concesión de la independencia, permitasenos que con todo pesar le manifiestemos francamente GUe no podemos seguir cooperando con us= ted en la ejecución de esta política, y, por por esta razón, hemos resuelto presentar nuestra dimisión colectivamente como miembros del Consejo de Estado e indivi= dualmente como Secretarios de Departa= mento. Muy respetuosamente, (Fdo.) Manuel L. Quezon, Presidente del Senado. (Fdo.) Manuel R.oxas, Speaker de la Camara de Representantes. (Fdo.) José P. Laurel, Secretario del Interior. (Fdo.) Alberto Barreta, Secretario de Hacienda·. (Fdo.) José Abad Santos, Secretario de Justicia. (Fdo.) Rafael Corpus, Secretario de Agricultura y Recursos Naturales. (Fdo.) Salvador Laguda, Secretario de Comercio y Comunicaciones. Núm. 29.