Al Margen de la Vida
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Part of Estudio
- Title
- Al Margen de la Vida
- Language
- Spanish
- Source
- Volume II (Issue No. 49) Diciembre 8, 1923
- Year
- 1923
- Fulltext
- Diciembre ESTUDIO 8, 1923 Si dentro de los conventos no hay una mano y una fuerza superior que preserve a las comunidades de la desintegración y de la muerte, que se nos diga el por qué de esa perseverancia. Ahí tienen el ejemplo de la Abadía de Creteil, fundada por jávene.s entusiastas y principiada con los mejore.s medios y bajo los más halagüeii,os auspicios. . . Mas como nadie la sostenía cayó por su propio peso. Si sus vicios, su egoismo y sus envidias mataron la vida conventual de Creteil, ¿por qué no mata la de los conventos de franciscanos, dominicos agustinos, recoletos, jesuitas etc. etc.? ¿Por qué? a misa y aunque si a mano viene comulguen con frecuencia. "Algo tiene el agua cuando la bendicen", dice el refrán. Algo debe haber en las órdenes religiosas que les da vitalidad y las preserva al paso de las edades. A los católicos filipinos que no pueden sufrir que se les llame fraileros ¡¡que abominan del fraile como del peor de todos los rntes, endosamos respetuosamente estas preguntas. Si es Dios quien sostiene a los conventos dígas~ nos quien inspirará a sus enemigos, aunque vayan todos los días Y con ésto llegamos al último peldai'io y a la última jornada, que, Dios mediante, recorreremos en otro artículo. JULIÁN. ~~~~:!J'OO'"'~~~ry~~~~~~<V~~ 1 AL MARG~\';!Eg,E LA VIDA 1 ~.;;®'W'i~@~~<!:©m:<i~\!:<!€0:!:~,,~~ ~ no se lo explicaba, no se lo podía explicar ... Cierto que tampoco había puesto mucho empeño en escudriñar con detención los ocultos y misteriosos pliegues de su corazón entre los cuales se ocultaba quizás la cl-;ve de todo ello, en escuchar los sonidos de sus cuerdas mas recónditas y delicadas1 en cuyas dulces armonías había creído más de una vez adivinar el secreto de sus más íntimos sentirn.ientos ... ¿Para qué? ... ¡Se encontraba tan bien con aquella plácida y dulce melancolía, con aquella tierna y ensoñadora nostalgia! ... Porque era ahora· realmente tierno y melancólico el estado de su ánimo. Lo comprendía ella muy bien, aunque no acertaba a explicárselo. Venida al mundo en una mañana de sol, de aromas y de flores, nacida· en el seno de una familia acomodada, cuanto cristianísima y honrada, había sido siempre en aquel dichoso y feliz hogar el ángel más candoroso, rn.ás elocuente y consolador, la adorable ~riatura que, en cambio de los cuidados maternales, prodigaba a cuantos la rodeaban, con sus gracias y con su inocencia} una suprema felicidad. Aquella niña tan pura, tan graciosa, tan llena de encantos y atractivos vino a ser en el ameno jardín de aqu~l matrimonio modelo la flor predilecta, Ja flor mimada que todos a porfía cuidaban y regaban con esmero, con cariño, cual si presintiesen las bellezas que se encerraban en aquel capullo, cuyos pétalos comenzaban a entreabrirse. Y ella, fina y agradecida, con la coquetería con que ia flor favorita parece esparcir sus aromas y sus colores para corresponder a los afanes del solícito jardinero, correspondió también a la tierna solicitud de los suyos, de los de su hogar, llenándolo todo, todo con su eterna sonrisa, con su constante alegría y con su fresca juventud. Y no hubo, porque no podía haber, penas y amarguras en aquel hogar, que ella no disipase con la melosidad de sus caricias, ni nubes que em.pañasen el horizonte, que ella no desvaneciese con el cristalino son de su risa, ni dolores que torturasen los corazones, que ella no dulcificase con el bálsamo de sus besos. Porque eran contagiosas, verdaderamente contagiosas su eterna sonrisa y su constante alegría. A su lado no podía pensarse otra cosa· sino que era un regalo del cielo, el ángel bueno que el Señor enviaba al cristiano hogar Vol. 11. para protegerlo con la sombra de sus níveas alas y hacer su existencia alegre y feliz. Y ella, el ángel bueno, sin darse apenas cuenta de ello, habia intuido la verdad de aquellas palabras del poeta: "alegrar la vida es quererla y quererla es una manera de adorar a Dios que nos la ha: dado". Y por eso, por instinto en su infancia, por reflexión rr.ás tarde, por carácter siempre, alegraba cuanto podía· la vidu de los suyos, de los suyos que adoraban en ella y Ja c1uerían por hermosa y por buena. Y así fué pasando un año y otro, y los pétalos de aque~ lla flor fuéronse abriendo suavemente a las caricias de la vida, mostrando en cada· uno nuevos primores y peregrinas g·alas ... Y el capullo se hizo rosa. . . y las muñecas con que jugara de niña fueron dejando su puesto al piano, a las flores, a los bordados de la doncella'. Y un día, sin saber por qué, se vió plácidarn.ente, suavemente invadida de una tierna melancolía, que, sin robarle la paz ni la calma-, puso sin embargo en la sonrisa de sus labios un tinte ligero de dolor y en la alegría de su corazón un poso de sentimentalismo. Y ese tinte de dolor y ese poso de sentimentalismo, que quizás por ser las delicadas sombras de aquel cuadro tan lleno de vida, de luz y de color no lo advirtieron los suyos, los del hogar, añadió una belleza más a su belleza y una bondad más a su bondad. . . "Que nada más triste,-como ha dicho no sé que autor-que un alma incapaz de entristecerse", pues el que no ha sufrido nunca una: decepción, no ha podido jamás enamorarse de lo ideal y aquél que se contenta con tierra ha perdido el recuerdo del cielo ... Y por eso ahora, en aquella nueva fase de su corazón, en aquella nueva manifestación de su espíritu, agradábale muy mucho, cuando la tierna y dulce melancolía se cernía sobre su alma, ir a ocultarse en la soledad de aquel rincón favorito del jardín de su casa. Era aquel rincón favorito una suave ladera del monte que .detrás del jardín se extendía y que unas manos hábiles y un delicado gusto de artista había convertido en poético pensil, en vergel de flores y en manso y plácido retiro que a la meditación y al silencio convidaban. Había en él, formado por musgosas piedras, un pequeño lago artificial, en el que se precipitaban las aguas de un riachuelo cantarín que bajaba del monte: servían le de cerca espesos árboles y arbustos florecidos, en cuyas rama'S cantaban la vida y el amor pintados pajarillos y al fondo de este cuadro de verdor perenne, en la misma margen del lago, sobre tosco pedestal de piedra, cuajado de trepadoras enredaderas, se alzaba esbelta y airosa, como un copo de nieve, como un jirón de gasa· arrancado a la túnica de un ángel, una imagen de la Virgen, que el lago se complacía en re~ flejar en sus tranquilas aguas. 11- Nurn. 49 Diciembre ESTUDIO 8, 1923 Y allí, sentada al pié de la Virgen, que cada vez le atría más y más, de aquella Virgen que, cruzadas las manos, con sus piés desnudos que apenas si pisaban la tierra, en ademán de volar al cielo hacia el cual dirigía sus mirada, parecía la imagen de la pureza en mJstico y celestial arrobo; de aquella Virgen a la que su madre le enseñó a amar y rezar desde que empezó a balbucir las primeras palabras, a la que visitaba cotidianamente varias veces confiándole con amoroso e infantil abandono todas sus alegrías y todos sus pensamientos y todas sus cuitas y todos sus secretillos, a la que pedía siempre con insistencia filial el flmor y la felicidad para todos los que amaba ... allí, a !a benéfica sombra <le aquella Madre tan pura y tan santa, en cuyo amoroso regazo se consideraba tan segura y tranquila, allí se entregaba a· la meditación de su secreta y tierna melancolía, de sus íntimos y alados sentimientos, que iban fluyendo ténuemente, gota a gota del fondo de su corazón, bañándola en una onda de blanda y arrulladora tristeza. Sus ojos mfraban entonces la azulada lejanía de los montes, las blancas nubes formando en el cielo figuras caprichosas, las bellas flores que esmaltaban las veredas del jardín, la linfa cristalina que el paisaje retrataba y ... nada veían. Veían, sí, veían algo, pero era en el interior de su alma, en esas regiones misteriosas donde brotan los rrmores y los sueños ... Y a las veces una lágrima surcaba sus mejillas ... ¿Pero qué le importaba a ella aquella lágrima consoladora, aquella tierna melancolía con la que tan bien se encontraba? ... Iba comprendiendo que por algo se ha dicho que la vida es un manjar algo desabrido, al natural, y que es preciso sazonarlo con la sal de las lágr.imas. Y por eso, aunque no se lo explicaba, aunque no podía explicárselo, encontraba una apacible quietud, una felicidad especial en aquella mezcla de angustia y de placer, de risas y de llantos, de alegría y de melancolía·, y casi tenía miedo a ciertas felicidades, en cuyo fondo solo se descubre el desprecio del hombre y el olvido de Dios. El otro día, desde una ventana de la casa que dá al jardín, sin que ella pudiera notarlo, la ví sentada a los pies de aquella Virgen tan pura y tan bella. Pero yá no había un ligero tinte de tristeza en la sonrisa de sus labios, ni hay yá un poso de sentimientalismo en la alegría de su corazón. Mientras entretegía una guirnalda de flores para su Virgen, cantaba una canción impregnada de alegría: y optimismo. De cuando en cuando levantaba la cabeza y sonreía, sonreía como antes, a: aquella Virgen que también parecía sonreirle. Y yo me quedé pensativo, sin poder explicarme el por qué de aquella sonrisa, el por qué de aquella canción. ¡Es tan misterioso el corazón humano! ... EL PEREGRINO. GOYO Y BLASA Vol. II. ONT ADO en su caballo Rocinante El pare-pare Goyo discurría Muy satisfecho con el pingüe sueldo Que el Alto Comité le concedía. Contento el Caballero iba· cantando Su dicha y su ventura por las selvas, Nuevo Quijote, planeando hazañas, Yendo en busca de alguna Dulcinea: ¡ Vaya un oficio Y una carrera, Que llena el bolso De esta manera! Canto responsos, Digo misahan, Hago comedia Y no me atrapan. Al Máximo acudió Goyo rendido Para pedir en Matrimonio a Blasa, Y el Jl!ríximo accedió, dando un suspiro, Mestizo de bostezo y risa franca. La pobre Blasa le caló al momento Al Goyo, más zopenco que otro Panza; Vió el misahan, oyóle los gorgeos, Vió su mal talle y su ignorancia crasa. ¡Vaya un asaua Tan poco listo, Tan desga·rbado Que me ha caído! De sus misahan Yo desconfío, Pues valen menos Que unos relinchos. -¿Dónde, dime, aprendiste tú el m-isahan? -Yo en secreto te afirmo, Blasa mía, Que no sé ni qué digo, ni qué canto; Ni apenas vi decir misa en mi vida. Mas ¿de qué comeré? No tengo oficio, -12Y este empleo me sale a· m.aravilla. ¿Qué importa que no entiendan lo que digo, Si yo tampoco entiendo ni una sílaba? Páguenle el sueldo Al pare-pare, Y la comedia Siga adelante. Tengo dineros, Tengo una asaua ¿Qué te parece, Blasa·, la danza? Y a pocos días se murió la madre De la Blasa infeliz, al Goyo dada, Y ella al Padre Católico suplica Que diga Misas por su madre amada. -¿Y no es Usté, del pare-pare Goyo La consorte?-Sí, Padre.-¡ Es muy extraño Que no acuda a su Goyo, el pare-pare, Que es del Máximo hereje, hl.jo mimamdo ! ... Sé que no sube Más de la nipa, De Goyo el canto, La fals"' Misa. Quiero a mi madre, Llevar al cielo; Dí Misas pronto Tú, Padre bueno ... ·MIORALEJ A: Es la farsa independiente Un sainete, una corn.edia, Y para estar divertidos Algunos van a esa iglesia. Mas para salvar el alma Y acabar con muerte buena, Busquemos, cual nuestra Blasa, La Santa Romana J glesia. P. DE ISLA. Num. 49