En la Playa

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Part of Estudio

Title
En la Playa
Language
Spanish
Source
Estudio Volume IV (Issue Num. 99) Noviembre 22, 1924
Year
1924
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
Noviembre '-.·-·""·= 1 ERRA y cielo, acuriciados , ~ por los rayos del sol que '· .l ya va de caída, pctrecen '~ sonreir en esta hora de in1' ;¡ tensa calma .e inefable paz. Y sin· embargo, sob1·e . el tranquilo horizonte de mi alma flota unci nubecillci de tristeza, que absti·ayéndome de la realidad presente, me hace sentir el aleteo de realidades que fu.eran; de las cuales sólo me queda la augustci reliquia del recwirdo, a la. que rindo perenne culto en el alta1· del santuario de mi corazón. No sé por que me es tan g1·ata a i:eccs la compafría del dolor, y por qué me plcic,e conservar en lo mcís hondo del corazón, adheridos a su más sensible fibra, recuerdos que liumedccen ios ojos, y hacen en ocasiones sentir al alma frias de soledad y silencios d,e cementerio. Hay recuerdos que lastiman que sacuden nuestro espíritu con vibraciones de dolor; que invaden como denrn ni,ebla la. atmósfera del corazón: recuerdos precursores de lágrimas, que resbalan gruesas y mudas, como resbcilan las gotas una tras otra sobre el mái·mol de las tumbas. Pero hay también momentos, y son muchos, en los que el almct no está· bi,en sino con esos recuerdos. Los necesita, le hacen falta; y cuando saboreando su co1npañía se identificci con ellos, vuelve a ·vivir las realidades de un pasado e;i;uberante de venturas, ubérrimo en amores santos, porque santos son los amores del hogar, cuando al calor de las virtudes maternales soni·ien los áng,13les de la tierra. No me refiero, nó, a esos recuerdos estériles que van acompañados de tristezas que consumen, de decaimientos que rinden, de inacciones que enervan. Hablo de recuerdos que animan y confortan, que estimulan y consuelan; y aunque vengan aco1npañados del dolor y vest-idos de luto, esconden en su fondo alegrías desconocidas, l~e­ chizos inenarrables, dulzuras ._que son de cielo: recuerdos que despiden resplandores ultraterrenos, e il~~minan el camino d,e la vida, y animan al iiiajcro a no detenerse en los arenales del desie1·to, a seguir adelante, cadc~ -i:ez mcís de prisa, sin desviarse, sin volv,er la vista atrás, avanzando, siempre avanzando, en marcha ascendente, hacia la verdadera patria, donde viven la verdadera vida los seres queridos, los que se fueron, objeto d,e estos tiei·nos y amorosos recuerdos que yo llevo, y quiero llevar siempre pegados al alma. Tiempo hace que con ellos camino por los abruptas sendas d,e la t•ida, Vol. IV -ESTUDIO porque hace tiempo que la muerte comenzó a privarme, demasiado pronto por desgracia, de esos seres, que tantos consuelos me prodigaron y tantas dulzuras vusi,13ron en mi existencia en las horas amurgas del dolor, más f 1·ccúentes y duraderas que las horas de calma y de ventura. De los que quedan, de les q11e aún. ·viven y quiern Dios vivan muchos años, me se¡wran distancias qur, yo no sé si se irán acortando hasta desnparecer, o o ntes se encarga.rá la muerte de hacerlas definitivamente inf mnqueables. No m.e quejo, ni detengo el paso; y en las silenciosas y prolongadas soledade·s del dcsie1·to sé bendecir a Dios como mi. santa madr,13 me enseñó a bendecirlo en el oasis encantador del hogar bend-ito. El recuerdo que siemvre me acompa·ña, hace que retornen y revivan y r;stén a mi lado los seres idos por quienes suspira el corazón; y sus ejemplos 1J virtudes, todo lo. que en ellos ví y amé, nie sirve de enseñanza y gufo 7X1.ra obrar com.o ellos obraron, viriuosament, dignamente; seufin la ley; y para aborrecer lo que rebaja y envilece; y para amar sólo lo que se debe mnar, todo cuanto se puede amar sin culpa y sin 1;emordimiento, con amores santos que po1· venir del cielo dignifican y ennoblecen; y no se marchitan con los duelos de la ausencia ni con las crueldcides de la muerte, ni están condenados a hundirse y desaparecer con el polvo bajo la fria losa de los sepulcros. . . - Estoy rumiando estos pensamientos después de haber visitado, hace una. hora, la tumba que guarda los restos de un amigo querid-0, que la mu,'!1·te se /levó despiadada, demostrando, como siempre, decidido ínte1·és en arrebatar la vida a los que mayor vacío suelen dejar en el mundo cuando s,e van . .. ¡ Lu tumba del P. Manuel Fcrnandez Alrarez, m·iembro ilustre de la siem-· pre ilustre y benemérita Orden Dominicana! Cuando por última vez lo visité, horas ant,es de morir, quiso sonreírme con la misma som-isa, ingenua y frunca, que tantas veces ví dibujada en sus labios, hija de su bueno, sencillo y hermoso corazón. Aún alzó trabajo:;amente su mano para. estrechar la mia; y me miró, paciente y resignado, con una mirada en la qu,e puso su última despedida, su postrer adios. Fué entonces cuando el digno Prio1· de Santo.Domingo, P. Jesús Bort, y el P. José García ·1e presentarán, acabado de imprimir, el primer ejemplar -422, 1924 d,e Cardenchas, que veía la luz pública precisamente cuando el autor cerraba sus ojos a la luz creada, y los abría a la increada e inmortal. De todo se dió cuenta el moribundo vues la muerte ·no se atrevió a som~ brear la lucid.e.~ de la clara y despejada inteligencia del sabio y del artista, hasta el momento crítico del golpe fatal. El poeta miró su libro, y elei·ó después la vista al cielo, quizá para dar a Dios la gloria de todo; ya que en El buscó, y en El b,ebió las puras aguas de la verdadera inspiración y de la belleza, que tan hermosamente dcr1·amó en sus poesías. JV!c despedí impresionado y fristt; del poeta moribundo, del amigo que se iba; y pocas horas después, las campanas anunciaban su vuelo a la patria inmortal por la que suspiró en el destierro. ¡Descanse ,en paz el inspirado vat1J, el profundo y modesto sabio, el incansable polemista, el ilustre profesor, el pulcro y a.meno periodista, el celoso sacerdote, el obs,ervante religioso, el fiel y buenísimo amigo P. Manuel Fernandez Alvarez ... ! Aquí tengo su libro, que todas las tardes suelo leer en esta soledad, a la t',era de las olas, saboreando las poesías que el flexible ingenio del finado vacío en Cardenchas. Conio otras· muchas alondras de los claustros se separó de la tierra y remontó .el vuelo para cantar en horizontes puros, fuera del espacio, yendo a buscar ideal.es en la fuente de todo ideal, de toda verdad y de toda belleza, en Dios. Y leyendo su· libro, descubro al poeta que conoce muy bien los secretos de la po,esía lírica, como lo demuestra especialmente en Marianas, y sabe también pasearse por los terrenos de la épica, cuya lfra hubiei·a pulsado con acierto y buen éxito, si a eso se hubies,e dedicado, según se desprende de la lectura de las tituladas Patrióticas. Y ni uno ni otro género es óbice para que el poeta inte1·cale en otras poesías grandes dosis de sal ática, cuando s,e apodera de un asunto oue merece la jocosidad, la ironía o el donaire. Ojalá que el ejemplo de incansabl-i! actividad legado por el P. Manuel, nos sirva para trabajar también sin descanso por la buena casa, seguros de conseguir la corona inmortul prometida a los que trabajan y perseveran hasta el fín. Oreinos entretanto por su alma. EL SOLITARIO. Núm. 99