Al Margen de la vida, dramas intimus

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Title
Al Margen de la vida, dramas intimus
Language
Spanish
Year
1923
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
Agosto ESTUDIO 25, 1923. r;,:.~,;:@)jj,fl1i!Jl!N~'::®lil*lfil!!l':!l!ll!!:f.'1!!11!~'-:4ll.lij]'.""lfili!'::@jjj'.:,'ii"oo,:e¡¡¡¡¡;1.:4ii!ll!!lf.~li!l·::"lliil'.:,lfil!l,::~,;:,1!Jll!,';'!!llll;,¡,¡¡¡l!l,:;l!!J!j],;~i!!i:!!i,::~;,:,mi;l AL MARGEN DE LA VIDA DRAMAS fNTIMOS. • ~'1:~~~~!~@,:::l!m.::;::~;:'.~~~;;;~~JE.~:::@Yf;~;g-@::::~~~~§~::cl!i:~:::'.!{.lCe::!~::WJ:J~;f[D;;::~:::~@;:::~@];;:~r;tffe;::::¡füJiF:::¡gi!f:~:~iJ1:~~::~·~:;;::~1f¡:¡.!,~Jj Sonreía sierr:.pre. . . Cuando la conocí estaba en la edad de las claras sonrisas. Una sonrisa alegre, bulliciosa, cristalina, musical, cual si fuera sonido de campanillas de plata tañidas por manos de ángeles, que disipaba todas las tristezas del corazón y deshacía todos los nublados del espíritu. Sus amigas la querían mucho por eso, porque siempre sonreía, porque ponía siempre en todas sus fiestas íntimas y ruidosas diversiones, con su risa retozona, la nota de juventud, de simpatía, el rayo de luz pura y trasparente, que las imprimía suaves tonalidades de color de rosa, quizá el sello de amor ingenuo y ppético, que h:.:s hacía más felices cuanto más humanas. ¡Cuántas veces, con aquella sonrisa que semejaba un ji ron arrancado al 1 a~o azul del cielo, había sofocado en el pecho de sus amigas algun pequeño sentimiento de ira o de coraje, que tal vez les causaran supuestos abandonos en lo más animado del baile o de la tertulia, o endulzado las penas de sus juveniles corazones, debidas por ventura al roce con la prosa de la vida, que ajó en flor sus primeras ilusiones, o sujetado de nuevo el lazo que unía Jos destinos <le dos almas, qui:! un pequeño incidente había estado a punto de· romper para siempre! ¡Oh! ¡Y cómo le agradecían aque1los íntimos y secretos favores! ¡Cómo le mimaban y acariciaban por todo ello! "¡Qué buena y simpática es! ¡Es un angel!"-decían en sus confidencias. Y la verdad que era buena, muy buena; simpática, muy simpática. Dijérase que, olvidándose de sí misma, sólo vivía para alegrar la vida de los que la rodeaban. ¿No habría, sin embargo, en su vida alguna bel1a ilusión, alguna risueña esperanza, que le hacía sonreir siempre y ser tan buena y simpática? ... Tenía además otra bellísima cualidad: era amante fervorGsa, artística enamorada, por temperamento y por caracter, de Ja música: quizá encontraba en el divino arte la única expresión exacta de sus alados y risueños sentimientos. Poseía, por ende, un timbre de voz más que humano; en su garganta habían hecho el caliente nido unos ruiseñores y de ella escapaban aquellas canciones que parecían gorgeos, aquellas cadencias que parecían murrnurios de arroyuelos cantarines y suspiros de la brisa. Cuando desde un rincon de la sa"Ia coquetona y elegante, perezosamente reclinado en una silla, la oi cantar por vez · primera en una fiesta familiar, de pié junto al piano,~ bella, airosa y esbelta, vestida de tenue gasa color de rosa, prendidos en sus cabellos, como un símbolo de ingenuidad y candor, olorosos ramilletes de jazmines, la llamé allá en mis adentros "la maga de la canción". Porque ei·an canciones su música favorita; esas canciones. de ahora, que nos conmueven y nos infunden una melancolía y una ternura, que responden siempre a nuestro modo especial de ser y de sentir; esas canciones, todo sfntesis y rapidez, que nada dicen y Jo expresan todo, porque de todo saben y de todo hablan; esas canciones cuyas notas se escuchan con agrado por todos los oidos y cuyas estrofas brotan de todos los labios, y se elevan y se lanzan y se repiten, para que llenen con su adorable so· noridad toda nuestra vida. Y es que la canción también tiene la suya, porque tiene tambien un alma: un alma que _le damos todos, hacié.ndola partícipe de nuestras inw quietudes, de nuestras angustias, de nuestras alegrias y de nuestras venturas, al hacerla intérprete del humilde y escondido romanticismo de nuestro corazón. Si; era "k maga de la ·canción". Por eso también la querían mucho sus amigas. Aquel día escuché de sus labios, trémulo de emoción, estos delicadísimos versos: Alivia con tus cantares el rigor de los pesares y hallarás consolaciones. Que es don humano y divino el alegrar el camino con risas y con canciones. Sin pretenderlo se había cantado a sí misma. Había hecho en una canción la descripción de su destino. Porque así era ella. En todas las fechas memorables de su vida familiar y de sociedad, lo mismo en la fiesta onomástica de los papás o de la amiguita querida, que al festejar la vuelta del ausente amigo o el feliz éxito de los exámenes del hermano, o la venturosa unión de dos almas amigas, jamás faltaron sus risas y sus canciones; sus risas y sus canciones, sin las cuales no hubieran sabido no hubieran podido alegrarse y regocijarse ellas, las qu~ la querían tanto. las que tanto la mimaban y acariciaban. Y pasaba el tiempo y ella sonreía siempre, siern.pre cantaba. Y llegó un día ... y ellas. las que la querían tanto, las que tanto la mimaban y acariciaban no lo llegaron a advertir, no se percataron de ello. i Es t3n egoista la humana felicidad! ... Yo lo adiviné ... no sé por qué ... tal vez porque la contemplaba siempre desde lejos. ¡Ella, la que sonreía siempre, la que siempre cantaba había pasado de la edad de las sonrisas claras a la edad de las sonrisas tristes! En su corazón se desarrollaba un drama íntimo, un drama que nunca llegaría a conocerse, porque había aprendido a encubrirlo con su eterna sonrisa, triste ahora, pero al fin sonrisa, máscara del dolor que no supieron adivinar las que la querían tanto, las qn~ tanto la mimaban y acariciaban. U na a una fueron casándose todas sus amigas. Y ella siguió siempre JT'.atizando, hermoseando aquellas uniones venturosas, aquellos felices desposorios con el color y la poesía de sus sonrisas y sus canciones. Y fué quedándose sola. . . y no se casaba. Ni su belleza, ni su bondad, ni su simpatía, ni su posición ... Nada. ¿Por qué pues no se casaba?. . . ¡Cuántas veces me hice yo esta pregunta! Un día me lo dijo al oido un amigo. "¿Sabes?... Se ha casado él con otra". Entonces lo comprendía todo. El era un joven ingeniero, guapo chico, de buena familia, de un bonito porvenir, que, prendado de su clara sonrisa, le había prometido entregarle un día su mano y con ella la felicidad. Pero ese día, esa felicidad no llegaba, no llegaría ya nunca para ella, porque ... ¡la humana inconstancia! ... él se Ja había jurado eternamente a otra ante el ara del altar. Y ella más fiel, menos inconstante sigue esperando siempre. . . ¿qué espera?. . . son riendo siempre. La ví el otro día. Salía de una casa pobre, muy pobre escondida en una mísera calle de humilde arrabal. La había llevado allí la caridad cristiana. Al pasar me sonrió dulcemente ... Me han dicho que ahora enjuga lágrimas, alivia penas, consuela a muchos enfermos, sonrie a todos. Y así seguirá yá siempre. Con su sonrisa triste en Jos labios va cumpliendo su destino. i Un bello y triste destino! EL PEREGRINO. Vol. II. -3- Núm. 34.