Bajo el mismo pie de la vida

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Title
Bajo el mismo pie de la vida
Language
Spanish
Year
1929
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
1 NDRES la amaba mucho, más allá de la vida, pero hallaba en la amada "T' un puntito negro Y este puntito era el excesivo modernismo de Julia. La hubiera querido para sí, mas casera y modesta. Pero en cambio, contra los ideales de Andrés, Julia era una furibunda femenista. -Yo opino-decía Andrésque una mujer debe ser lo suficientemente feminista para ser mujer, pero no para ser hombre. Quiero decir que la mujer, y en particular la mujer filipina, solamente debe tener la cultura necesaria para ser la mujer del hogar, requerida por el cambio de las cosas y de los tiempos. -Entonces-respondió Julia-Vd. no es partidario del feminismo. V d. quiere que la mujer se condene en su condición de esclava de los tiempos remotos de la Historia, C<?ndición que aún tiene en algunos pueblos orientales por egoismo de los ·hombres. -Opino que la mujer debe ser siempre una colaboradora del hombre en la gran lucha por la existencia y no su compet1'dora. Sostener lo. contrario seria ir contra la naturaleza-decía Andrés. -¿Entonces-arguía Julia-la mujer no puede vivir con el mismo pié de vida que el hombre, tener los mismos derechos y libertades, politicos y legales? -Ya le he dicho, Julia, que eso sería ir en contra de la naturaleza. -Pero, ¿si no hay incompatibilidad entre los trabajos del hogar y los de la vida pública? -La hay, Julia, para la mujer del hogar, porque es más débil que el hombre, porque tiene que pasar por los trámites de la maternidad, porque luego vienen los hijos y ¡caramba! no somos los hombres quienes hemos de cargar. con ellos. -¿Pero, si hay institutrices? -Eso es ir contra las leyes naturales. -Yo le desafío, Andrés, a que encuentre en nuestros tiempos la mujer de sus sueños. -Y si no la hallase, de todos modos, por encima de todo, la tomaría por esposa Julia. Ambos se echaron a reir de buena gana. Se querían, eso sí, pero Andrés, por sus ideas conservadoras, temía llevarse a..su casa a una terrorista. Julia esperaba, y como el tiempo volaba y ambos se iban quedando viejos, un buen día Andrés se llevó a Julia, cerrando los ojos al porvenir. Es ley en la vida que el amor es más fuerte que el ideal, así es que Andrés, arcilla como cualqueir mortal, se dejó arrastrar por la corriente avasalladora de aquel. En los primeros meses de su matrimonio fueron felices, pero, como ambos eran abogados de profesión, pronto se impuso el alejamiento de almas. Un día se vieron en un juzgado frente a frente, defendiendo cada cual opuestos intereses, en donde a poco se registraba un incidente familiar, a no ser por la ecuanimidad y la buena crianza de los protagonistas. Pero llegados al "dulce hogar", no dejó de traslucirse el mal humor de los esposos: -Tus defendidos no tienen razón en este asunto-decía la mujer-porque son unos sinvergüenzas. ¡Como si ·no les conociera! -Dirás eso - decía el marido, · - porque te pagan bien tus clientes. -Paguen bien o mal, yo cumplo honradamente con mi deber. -Acabarás por llamarme un picapleitos de mala' fe. -¡Como si no lo fueras! -Vaya no hablemos mas del asunto. El marido, en aras de la paz del hogar, siempre optaba por no darse la razón. Porque, ¿quién, en efecto, sería capaz de discutir la razón de la sin ra.zón de una mujer? Pero no era esto de la abogacía lo peor, porque, además del oficio, Julia era Presidenta del Club de Mujeres, y con frecuencia tenía que ausentarse por varios días de su casa con el objeto de hacer viajes de inspección. Y naturalmente el marido tenía que quedarse en casa haciendo las labores propias· del hogar y el cuidado de Rubén, Chuchi y Maruja, tres rapaces riquísimos. Cierto día Rubén, el más querido del padre, ~e enferma gravemente de rnenengitis, estando Julia en uno de sus mitines provinCiales y Andrés no supo que hacer. Andrés tuvo que }Ja .. mar apresuradamente a un médico, confiándose en su ciencia y cuidado. Andrés se mesaba los cabellos de desesperación, porque Rubén era el más querido de él y en él había cifrado sus esperanzas del porvenir. Aquel niño era su retrato, era su único heredero y llevaría su nombre en ei futuro. Cuantos castillos había fabricado para él. Sería un joven gallardo como él en sus años mozos y muchas chicas se prendarían de Rubén. Sería rico y nada le faltaría. Luego se casaría con la chica mas bonita de la ciudad, y tendrían hijos y vivirían muchos años. Pero aquella esperanza estaba ahora entre la vida y la muerte! Andrés se encerró en su despaho y recordando su vida de juventud la encontró rota, mientras su hijo luchaba con la muerte. ¿Qué había sido de su Ideal de juventud en cuanto al matrimonio? ¿Por qué había claudicado de aquel Ideal? ¿No era él culpable de su propia claudicación? Hasta se consideraba un criminal por haber hallado y creado el dolor ante la negra perspectiva de la muerte. ¡Vivir por un ideal y no realizarlo, alentar una esperanza y no alcanzarla! Esa era la tragedia de su vida presente. Pero, es que la vida es tan seductora que a 'veces cometemos las más bellas locuras por una .. bella ilusión. La sorpresa recibida por Julia al Uegar a su casa fué espantosa. La gravedad de Rubén, era alarmante. Mujer al fin. deshecha en llanto, pasó noches en vela al lado del pequ~ño enfermo, para devolverle a la vida-·con sus besos Y cuidados. Es que ahora había comprendido que hay algo más sagrado que la misión pública, que es la misión que la mujer tiene que cumplir en el hogar. ¡Cuanta razón tenía Andrés, a quien ahora no se atrevía a ver de vergüénza, encerrado en su despacho, cuando la hablaba de la misión de la mujer en el hogar. ¡Quien sabe si aquel niño no hubiese enfermado si ella hubiese cumplido su misión de madre! ¡Quien sabe si aquel niño en· fermara de tristeza, como un pobre pajarito, de tanto no ver a su madre! Durante la crisis, crisis del mal y crisis del amor, no ·se vieron marido y mujer, como si un mlll'O o algo inexorable se hubiera inte1·puesto entre los dos. Lá. mujer con~agrada en cuerpo y alma al cuidado del pequeñ9 enfermQ ~ e: marido, vencido por el desaliento; en.:.errada en· s·J despacho. Pero Rubén, gradas a los cuidarles de la rr.ad1·~ y de la ciencia, salvóse milagrosamente de la muerte, y pasada la crisis, llena de desesperación, Julia buscó a aquel hombre que siempre hab!a sido dulzura y consideración pa1·a ella. La lección había ~ido demasiado dura para e1la y se sintió mujer pOr vez primera de~d~ que se casó c·on Andrés, sin comprenderle hasta comprend-r le, comprendiendo la Vida. Le encontró inmovil en su me:::.a de trabajo, la mirada fija en el vacío, como si estuviese muerto.' Desecha su llanto y pcniéndose de rodillas le pidió perdon: -¡Pobrecito mío, perdóname! Levantóse Andrés y la dijo con frialdad y no sin cierto dejo rle rencor en la Yoz: -¡Levántate, mujer, yo te perd no! Porq~:e In ·Vida es vivir por un Ideal y Jr.ürir por otro. .Julia comprendió el dolor y el d<f encanto que encerraban aquellas palabra~ y abrazándole, desesperadamente, respondió: -No, así, mi Andrés. Por mi Ideal, nó, Andrés, sino por el tuyo. No con el mismo pié de vida, sino bajo un nivel más bajo, para siempre Andrés. Andrés comprendió que debía perdonar y la dijo, quedamente, para que no se perd e:;en ·sus palabras: -Para siemp1·e, mujer, como ~·o siempre he r.uerido que fuera. Y ambas se miraron sonrientes des:::ubriendo en sus pupifas, un nuevo horizonte de felicidad im. ¡•crecedera. ..!•·---·-·-·~·--·-··-·-·-·-·-·-··-.·* ANGEL OVEJAS Fotógrafo Cnmerdíll 1832-C Int. Azcarraga í 1 1 1 Sta. Cruz, Manila Tel. 2-51-39 1 . ... _ .. _·-·-·--··-··-··-·-··-·-··-··--·-,·=n:as después, montándole sobre ~us mus.los, le decía Andrés a Rubén: -Conque tu ya lo sabes, pillín. Tú en· ca:Sita a jugar con mamaíta, mientras paj:>3.ito va por allí fue1·a ... -¿Y para que quiere ir afuera papalto? -Hombrecito, pues para buscal' nuestro pan de cada día. Y lo mismo harás tú, ·cuando seas mayor, puesto que, positivarr.ente, no· vivirás del dinero de una mujer ... Manila 6 de ~-gasto de 1929. ------------------.: .. -~~~·::~-:~~·~~~:·~·-'!' SAMANILLO BUILDING 1 i Escolta 619 Tel. ?-38-37 1 1 1 ·=·--·-·--·-·---·--·-----·;.