Y digo yo...

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Part of Excelsior

Title
Y digo yo...
Language
Spanish
Year
1929
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
Yo no sé si Vds. conocen a Da. Ursula de Tamarindo. Si no la conocen, no saben Vds. lo que se pierden porque Da Ursula es la mujer más agridulce que he conocido jamás. El otro día la hallé en plena Escolta contemplando una excavación "muy técnica" que están haciendo para fijar en ella el basamento de una mole de concreto que luego denominarán edificio. -·;Mi quel'ida Da. Ursula! -Hola, pollo. -¿Le interesan las obras de ingeniería, por lo visto? -A veces. Me ayudan a filosofar. -¡Qué me dice Vd.! -Lo que oye. ¿A qué no sabe Vd. lo que estaba pensando al ver este fenomenal 8'.gujero que están haciendo en mitad de la Escolta ... ? -En el evidente pelig1·0 que ofrece ... .....-No. En que así de grande se me antoja aquel en que se meten los que compran al fiado y a plazos en los establecimientos de esta calle. No pude menos de reirme. No me negarán Vd5. que Da. Ursula es completamente agridulce. - Y ¿qué me dice V d. del baguio, Da. Ursula? -¡Qué quiere V d. que le diga ... ! Que nuestro dinero nos cuesta. ¡Habrá que ver las cosechas que ha malogrado el tifoncillo ese ... ! Para que la Meralco se haya vhi:to obligada a dejarnos sin luz, con el afán que muestra esa empresa en que los contadores vayan a sesenta millas por hora ... -¡Horrible, señora, horrible! ¡Y qué manera de caer agua! Aquello era el diluvio universal. -Pues mire V d. lo que son las cosas, toda aquella agua no ha bastado para que M r. Gideon nos anuncia.<;;e, muy orondo, que Manila estaba amenazada de la crisis más sería de agua que jamás amenazó a esta ciudad. -Es que Gideon. señora, no puede impedir que el baguio destrOt"'e una cañería de importancia, como la que quedó dañada con el baguio. -Justo. Mr. Gideon ·no puéde impedir que el vecindario se quede sin agua, pero tampoco puede impedir que yo, que formo parte honrada y leal de ese mi~mo vecindario, me dcspn·hc cont1·a él a mi gusto cuando nos deja sin el líquido potable. , Ya les he dicho a Vds. que Da. Ursula es muy dulce, a veces; pero, a veces, es muy agria. -¡Hola, Da.Ursula! ¡Quién nos iba a decir (JU e la íbamos a encontrar a V d. frente a este agujero de la Escolta ... ! --Ay, hijas mías, en otro más permanente, y menos profanado me hallareis algún día. ¿De donde venis? -De la Cámara Baja. Se ha puesto a votación la enmienda a la ley del divorcio. Por cierto, que la echamos a V d. de menos. -Hijas mías, eso del divorcio ya no me interesa. Mi marido y yo no tenemos desaveniencias de importancia. -Pero es un asunto en el que está interesado el bienestar de la familia . -Puede. Las mujeres tenemos que hacer algo para conservar a nuestro lado el cariño del ladino que nos quiso tomar el pelo después de ca8ado con nosotras. Los primeros años de matrimonio son los más peligrosos. Pero cuando el marido ha aguantado treinta años a su mujer, y esta le ha gruñido al marido otros tantos, las enmiendas a esa ley son pamplinas para los canarios. Pero que a vosotras, que aún estais en estado de merecer, os interese, no me extraña. Mejor dicho, me extrañaría que no os interesase asunto de tan palpitante interés. Pero decidme: ¿se ha aprobado Ja enmienda? -¡Qué va! Hay que ver como se han portado Jorgito Delgado y ese ilo<.'anito que llaman Solivén. Son dos primeros espadas. La enmienda duerme ya el sueño de Los justos y la ley del divorcio sigue igual, por ahora. -Bien, bien. Y Vd. ¿qu~ dice, pollo? Yo estaba haciendo un papelito demasiado pasivo. y me aleg1·é que Da. Ursula me concediese beligerancia. -Pues yo digo ... -Ah, pero Vd. perdone. No le he presentado a estas señoritas. Esta es la Srta. de Gonzales. esta otra es la de García, y esta la de Perifollos. Muy di!\tinguidas, muy o.ctivas, y muy interesada-; en el divorcio aunque las tres son ~olteras. -A los pies de Vds., señoritas. -No crea Vd., caballero, que a nosotras, porque seamos solteras no nos preocupa la suerte de nuestras hermanas casadas ... -¡Claro! -Nosotras queremos tener libertad de elegir o de rechazar al hombre que nos diga algo que nos agrade o nos disguste. Pero una vez casadas creemos que el vínculo matriomonial es sagrado y ¡ay! de quien se atreva con el víhculo ! -Señorita , creo que tiene V d. razón. Pero el divo1·cio remedia un mal, a mi modo de ver, y aún desde el mismo punto de vista católico, que creo es el de Vds: -Sí, señol'. Yo represento a las :Marías, esta representa a las Teresitas, y esta representa a la Federación Católica de Mujeres. Y V d., Da. Ursula ¿a quién representa? -A mi marido, a quien el juzgado ha declarado pródigo. -Bueno, pues como les iba diciendo, señoritas, creo que el divorcio, contra el que Vds. están abiertamente en contra. remedia un mal~ aún desde el punto de vista católico. Porque Vds. supónganse que Da. Ursula tiene un hijo ... -Tengo seis. -Y que ese hijo se casa c-on una rusa de las importadas durante la guerra .... -¡Lo mato a mordiscos! -Y se casa civilmente, o aglipayanamente, o judaicamente, o como a Vds. más rabia les dé. Y luego ocurre, lo inevitable, lo natural: que la rusa se le escapa con un sargento del Quartermaster, o comete adulterio con un músico del Savoy. ¿Qué haría el chico? -Lo que él haría, no lo sé. Pero la mala pécora no quedaba viva en mis manos. -No podría divorciarse, porque la ley no lo permite. Y, luego, queriendo enmendar yerros, no podría casarse por la iglesia con una chica decente porque la ley no se lo permite. Unas lagrimitas de cocodrilo se asomaron a los ojos de la de García: un suspiro melancólico se escapó del torax comprimido de la de Gonzalez; y la de Perifollos se llevó el pañuelito a las narices, completamente cOnmovida. Da. Ursula echaba chispas por los ojos. Indudablemente, no la había hecho gracia la comparación. -Creo yo que el divorcio, enmendado como quieren enmendarlo, es ventajoso para aquellos y aquellas jóvenes católicas que, sin estar casadas canónicamente no pueden ahora reparar equivocaciones cometidas. -Pero, ¿y en el caso de aquellos casados por la iglesias? -Señorita, V d. me ha dicho que el vinculo es sagrado y yo respeto el vínculo matrimonial como cosa sagrada. La de Gonzalez volvió a lanzar un suspiro. Por el vínculo que no llegaba hasta ella. Da. Ursula seguía pensando en cual de sus o;eis hijos iba a caer, como una maldición, la rusa de mi ejemplo ..• Cambiamos de conversación. Volvieron a ocupar nuestra atención las obras de la famosa excavación de la Escolta. El martinete mecánico iba, poco a poco, clavando en el suelo enormes trozos de madera que servirían luego para afianzar la base de la futura mole a1·quitectónica. -¿A qué no saben Vds. a qué se parece ese martinete a los "grafts" de nuestras oficinas gubernamentales? -A que el uno hunde esos pilotes, y los otros hunden al país. --Puede. Pel'o no. A que el martinete repite sus golpes con prec1s1on automática, y los "grafts" se repiten con la misma precisión, Reimos. Da. Ursula es de lo más incisivo· que conozco. -Por cierto-dije yo-que hasta los moros de Mindanao se han declarado abiertamente contrarios al "graft" y a las estafas que aquí se cometen. Así se lo han dicho a Da vis, cuando este les vhdtó recientemente. -¿Sabe Vd. lo que le digo?-inquirió Da. Ursula. -¿Qué? -Que al paso a que vamos, hasta tos aztecas de Méjico se van a ver obligados a declararse contra nuestros "grafts". Volvimos a reir. Y seguimos contemplando el agujero que se abría a nuestros pies. Cada vez más grande, cada vez más profundo. Y se nos antojó que el pais se metía cada vez más hondo en sus cismas políticos, en sus malos negocios y en sus "grafts" irremediables ... Me despedí de la García de las lagrimitas, de la Gonzalez de los suspiros, y de ta Perifollos de las contenidas emociones. Y estreché la mano de Da. Ursula de Tamarindo, administradora de los bienes de un esposo pródigo, y madre de seis hijos que pueden escaparse con otras tantas rusas importadas. Y me marché conmovido por aquella señora. completamente agridulce, q\Je frente a un agujero filosofaba como un tomista versado o un sofista de la vieja escuela. Ef li_{1Í11 l/1H 1·1•1·i1•11(1'111111fr 1111 d1 •sfoy11do 1111r 1sllls l11fil11d1•x, dl'j<; 1'11 .1/uu ifa 11111•,1/os dt• s 11 11:1so . 1111111¡111• Jm1 ' {11d 1•1111 si11 11'1/t'I" t/11/' /11111: ·}1/flr ¡1111· 1•1/ri d1·.-:y1·11 1· i11.<: /ll'r,-;,,11ol1·s. 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