La novela que no se vivio

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Title
La novela que no se vivio
Language
Spanish
Year
1929
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
par EPIKURC POLTKA.... ·~ .'·ti · ".NTE la aparición ~e. u_n vado, suponro que · ~ · la carrett-t·a i:ie su1c1do de un modo humo.J...L . .'. ristico en el ºestero", al no encontrar un pUénte que hiciera posible su permanencia sobre la tierra, por que un misero camino municipal que desde la orilla opuesta conduce al rancho de uFunes", heredó ~u nombre y honores pero no su amplitud y firmeza. Serian las cuatro de la madrugada de un hosco dla de noviembre, cuando en compañía del dueño y conductor del ,.quiles" sobre el que hacia el viaje, trupusimos la empinada cuesta del vadeo. Densa niebla pepjosa envolvta con opaca caricia tas miseras ca~as del rancho desdibujadas en el horizonte, y creyérase sueño la viRión del poblado a no ~er por las voces amigas de los gallos en cuyo calor el amanecer encontró cordial estímulo para el parto del dfa. El humilde camino de "Funes" serpenteaba indedso entre el verde oscuro de la vegetación del '•taná" y la última hora de la nodi.e, livida y fria, con húmedo calo1· de agonizante, puso tintes violaceos al pab:aje cuya tristeza tímidamente negada por la airosa silueta de algún cocotel'o, aumentó por el pel'ezoso y tardo ehh'riar de la primera carreta conjugado· con el huérfano aullido de un puro que huia con los huesos de su hambre . En breves minutos se ~alva la distancia que separa el rfo del rancho y pronto atravesamos por delante de sus primeras casas. Lento el despertar del pueblo, como si en la sinrazón de su existencia encontrA1·a disculpa para el sueño, mostraba escaso dibujo de humos en la altura y parca actividad de trabajo en el suelo. Y al transitar por sus calles, desiertas y en el campo perdidas, nos si1uió fodiferente la inexpresiva mirada de sus habitantes: mujeres mudas y quietas en petllte1'; hombres cansinos. vencidos por tristes y miseros pensamientos de holganza. Las casas, m·enudas jaulas de caña con techo de "cogong", estaban situadas a enorme disten· cia entre si, en desprecio al inutii valol' del terreno, y a su amparo, carabaos, cerdos ~aballos en patriarcal libertad y en la calzada del camino, contrastando con la cautiva existencia de un ga. llo de pelea, amarrado Y. saltarin de comba, en el extrem<> seco del !l'olar. Arboles escasos y sin viento, mansa agua en las charcas, húmeda pereza, silenciosa quietud, completaban el diseño con que al inundo se mostraba este pueblo ·de muertos, encerrados en pequeños sepulcros de caña. JI El ºquites" que me conducía, se detuvo ante un caserón que ostentaba el en parte justifieado nombre de "Hotel del Porvenir", y un mµchacho en iraje de playa, se apresuró a tomar mi "tampipi" 'mientras decía Sir y otras cosas, que él, nunca llesó a comprender. Por qué razó11 todos los mozos de posada que he encontrado en mis viajes se complacen en "asesinar" la lencua de Edprdo Poe? ... Esta pregunta que me he formulado infinidad de veces, solo tiene una respuesta clarividente: la influencia del cosmético en la cabeza del indigena , que de•p1-eeia el original brillo y delicado oleo del coeo para el cultivo de un "tabo" de charol. El edificio del Hotel Porvenir, adolecia de un defecto fundamental. Acribillado de esmaltadas chapitas y carteles de papel anunciadores de aceites, cikarrillos, leches, psolina!'l y petróleos de primera clase, estaba huérfano de esa seveTidad arquitectónica que se exige cuando se pagan tres pesos diarios de pensión. Precio."° era el clásico detalle de la división en dos del cue•'PO del edificio, partes unidas por un upantalancito", !'lucio como palo de gallinero, que hacia pensar con tristeza en el gárrulo son del viento en las que hoy, muertas cañas materializaban su fábrica. Una de ellas, era abaeeria en sus bajos sobre los que ,se asentaban monasticas habitaciones de dormil' y comedor, y la otra, cocina y "casillas" en los altos, bajo los que un cerdito vivia prisionero como ejemplo vivien~ y elocuentísima demostración de la continµidad de la materia. El interés turistico del Hotel se reducia a dos motivos extraordinariamente cosmopolitas; uno, la brillante cabeza del muchacho que me llamó Sir; -el otro, la poliglotez asombrosa de los favorecedoJ"e~ de los dos frascos de ginebra y vinaraya. que rodeados de vasitos, decoraban la entrada: ilocano, bicol, inglés, cagayAn, chino, ibanag, castellano.., yogat, ál'abe, pampango, gad-dan«, tagalo, sanscrito, itawes, japonés y pangasinán, más una merzcla de todos mestizo plural de todos ellos que no lo en ten di a nadie. Mi entrada en el Hotel Porvenir. fué un acontecimiento en "los ctrculos sociales de "Funes", y la señora Generosa Lingaten, dueña del mi~mo, se apuntó un triunfo muy legitimo con Ja adquisición de un huesped tan desconocido. En aquella minúscula tol"re de BabelJ pa 1ayero ideal para la murmuración cenagosa Jos comentarios sobre persona extraña tenían el !ili&bor exquisito de la tentación a la que no oe resiste; de ahi que durante veinticuatro horas, se hablará y supusiera desaforadamente sobre el objeto de mi viaje, la categoria de mi persona y el capital de que podria disfrutar. Para uilos fui Wilson, para muchos un representante de los tabaque'ros de América, para nadie una persona decente. III -Adios apo,-susurró una señora cincuentona cuando traspuoe el umbral de la abaeeria-, ••. Cuanto tiemp0 ha tardado Sofronio en avisarme su llepda t . • • Dispen!M! usted, son poo ''progresivos" estos mucachos... SiénteRe y considere que eatá en su casa.·.. Por muchos dias? •.• No!. . . Que lástima. . . Con lo cerea que tenemos el Reina de "Funes" Day •.. -Si, es una lútima, mul'IRuré. Se hizo un silencio, del que como es natural, salimos por ella. -Lo que no comprendo es ]J.l utransportación" que ha utilisado para llegar a esta hora ... -Un modesto ''quiles" .•. -Lo m'8 indicado; un autonióvil, es más cómodo, pero su ºpagamento" elevado hace que no !'lie utilice mas que en verdaderos casos de ºemergencia". En "quiles" dice, y desde donde ... Desde Manila! .•. -Desde Tugueprao, señora. -Antes de el, tuve que usar desde truck y auto, hasta caballo carabao y banquilla: llevo quince dias de viaje ... -No me diga usted; el viajar por aquf, es un "romance", un verdadet'o "romance" de aventuras. Pero, en fin, ahora podrá descansar; está usted solo ·en el hotel; claro, que lo tengo limpio como si hubiera pedido habitaciones desde ayer; anoche, cantó mucho la lagartija y pensé inmediatamente que fbamos a tener huéspedes ueste" dfa. . . Y de calidad, si no me equivoco ... Iba a corresponder al cumplido, cuando ocurrió un hecho memorable en los anal~ de mi estancia en "Funes". Una voz feménina atacó furiosamente el "Ramona"; la voz se aproximó y ante mis ojos viajeros por Cagayán durante los últimos quince dfas, apareció una mujercita, que al verme. sorprend!da calló, intentando retirarse después de saludar to1.,emente. Apretada en carnes bteve en curvas por la elástica pube'rtad que en triunfo esplendorozo mostraba su Paso de niña a mujer; morena, mas por sol que por 1·aza; endrino el cabello con oscuras tonalidades de záfiro cuando la luz Jo heria; alto el pecho, firme, t"eeogido y opuesto; carnosos loFI labios, prontos a la sangre; profundos los ojos, propicioa a creer; nervio!';& y esqUiva: ingenua y femenina, la belleza espigada y rotunda de la linda dalaga era como luz de abril en h\lerto cerrado: eufo,.ii de vida aprisionada en tapiales, que sugiere hondos y hu· milcles optimismos de serena her· moaura. -lli sobrina Feliciaima ... No pude reprimir los cordiales impulsos de mi abolengo eapañol: -Preei~a. señora. Diana de que alguien y por ella, utillee "" nombre para que su vida sea un exacto reflejo de auperlativo tan delieioso ... -Jeaua, Maria y J oaep ... -De nada, señorita ... Callamoo. En la humilde tienda. flotaba mi sorpresa como una interrogación amable. IV Acompañado de Sofronio, me retiré a .. mis habitaciones particulares". La reducida estan· cia, amueblada con modestia, no otreefa nada diirno del cuento. Solamente aquel ventanal, en euyo marco parecía prisionero un paisaje de Arellano, pudo compensarme de su pobreza: So-brt el Rio Grande un "baranga1" que a fuerza ele "tic-quin" intentaba pnar la altura del pueblo; sobre el ºpan-pan" de la otra orilla, un cocal que con gesto elegante e imponderable, se ergula soberbio con la castiza y flexible bellesa del tró' pieo. Abri mi equipaje; comprobé cuidadosamente que la credencial que me acreditaba cerca del Delegado de Sanidad, estaba en su sitio; me puse un pyjama, encendf un cigarrillo-' y esperé a que p1-epararan la ducha. En aquella perHO!la .frailera, soñé una pequeña novela sentimental. Desde hacia cuatro al\01 vivia ~n M'antla en u~o de una Plena ociosidad y ·como consecuencia, hacia. vida de noche. En cabarets, teatros alecres,· bailea y cervecerías era . mi& conocido que en mi casa. Tuve aventurM con bailarinu de m.usic-hall y con artistas que creyéndo. ~ estrellas no alcanzaron mas brillo y honores que los de la Vla Í.actea. Perdl dinero, peso y humor y un dfa, as. queado de mi existencia y a ruegos de mi madrf' terminé la carrera; a loa sei• meaeg lncreaé en el Seriricio y me destinaron a "Fun .. ". Afortunadamente encontraba ocasión de Neonatrulr mi vida. Volvia a la provincia de la que nunca debl :<alir; a la vida tranquila y soaegada, llena de esa jugosa felicidad que se disfruta cuando estin en annonia corazón y cerebro. El pasado, muerto desde hacia quince dfas, me pareei6 en aquel momento una pesadilla angustiosa . El recuerdo de los consejos y cal'icias de mi vieja madre, a la que tui a abrasar a Maloloa antea de dirlcirme a mi ~tino, mellenaba de felicidad. Y el de aquellas •us lácrlmaa de alecrla al verme hombre honrado y de trabajo, me daban una fuerza inmensa para Yivir según las enseñanzas de mi padre. Inconscientemente derivé a Felicfsima; aún flotaba dentro de mi, la amable interrogaei6n que en mi vida provocó su preeencia; Tagala eomo mi madre; la recordaba de joven; tal ves mi padre la amó, caando era: tan linda como ella. La rubcn'ooa sorpresa de la nilla, me habla herido amablemente. ¡ Qué dulce su mirada pidiendo compañia con la inpnua lnconacltncia. de la pubertad 1 Que temeroso su rolltro, cuando mis ojos sonrieron a su belleza ... En aquel rincón de Luzón, podrfa amarla; si era huérfana, en mi madn encontrafta la AUJ& perdida; si pobre, en mi trabajo la mina de donde saldrla su abundancia. . Aal continué ooñando, hasta que Sofronio me anunció que la ducha estaba dispuesta. V A las doce, almorcé. Fellclsima diricla el eervicio de la m~ ¡: como id la conociera de' siempre, inicié la conversación. Dije quien era. 1 a que venia y aaombrado eacuché de sus labios,¡ Oh crueldad de la vida!-, que aquel pueblo, no era "Funes". En el cruce de Danpran, babia confundido el e'&mino. Por la tarde eall del Hotel Porvenir con direeeión a uFuMA'.', y ae terminó inesperadamente aquella novela de humilde tabor puel¡lerino y sentimental, que por no haberla vivido me decido a etteribir en Mte momento. . . ·